Sacristía de la catedral de Pamplona, noche del 10 de julio de 1961
-Sí, el señor Welles ha llegado ya. También están aquí el camarógrafo, la maquilladora y los técnicos de luces y de sonido. Los trajes que dejaron ayer los del Muthiko están listos para ser utilizados, así que si no manda usted nada más, yo me retiro, que se está haciendo tarde...
-Lo siento, Padre Yzurdiaga, pero tendrá que esperar aún un poco más, me informan de que la Policía Foral acaba de localizar al actor irlandés y que ahora mismo lo llevan para allá.
-Bueno, pero que no tarden mucho, por favor. No estoy acostumbrado a trasnochar tanto.
-Deje entonces las llaves al portero, así le molestaremos lo menos posible.
-No, señor. No vaya a ser que estos actores, acostumbrados a pasar como el caballo de Atila por sus lugares de rodaje, aprovechen mi ausencia para no dejar títere con cabeza en este recinto sagrado. No quisiera tener que dar mañana explicaciones al señor Arzobispo...
-Puede dormir tranquilo, Padre, que la Diputación se hará cargo de cualquier contratiempo.
-Sí, eso es lo que dice usted, pero comprenderá que pesan sobre mí los prejuicios que durante siglos ha tenido la Iglesia contra toda esta gente del teatro...
-Pero Orson Welles es una figura de talla mundial. Que la catedral de Pamplona salga en una de sus producciones puede atraer mucha gente a su templo...
-¡Bah, turistas! Devotos y peregrinos es lo que nos hace falta.
-Bueno, páseme al señor Welles, por favor.
-Aló? I'm Orson Welles.
-Desde luego tiene usted una voz que sobrecoge, mr. Welles...
-Sí, suelen decírmelo mucho. Oiga, ¿no va a venir usted para que podamos conocernos?
-Lo siento mucho, pero en plenas fiestas de San Fermín, apenas puedo moverme de Diputación. Pero uno de nuestros funcionarios le lleva al actor irlandés del que nos habló. A él podrá pedirle todo lo que necesite. Por cierto: ¿qué le pareció el guión?
-Well, el libro de mr. Iribarren es interesante, pero las escenas que había preparado eran demasiado lineales y sin fuerza. Así que usándolas de base, me he permitido reescribirlas para dotarlas de tempo dramático. Confío en que no dude de mi capacidad para llevar a cabo este trabajo. Además, tenía usted mucha razón: ese príncipe de Viana fue un personaje digno de que Shakespeare se fijara en él...
-Por supuesto que confiamos en usted, mr. Welles, si no no le hubiéramos ofrecido nuestra propuesta. En cuanto lleguen los forales con el irlandés, puede usted empezar. Le recomiendo el refectorio o la capilla de Barbazán como decorado. El mismo claustro estará precioso a la luz de esta luna de julio. Escoja la localización que le parezca más apropiada, y adelante. Cuando haya acabado el trabajo, sea la hora que sea, llámeme a este mismo teléfono y acudiré con el dinero convenido.
-Ok. Llaman a la puerta, debe ser el irlandés. Hablamos mañana.
-Disculpe, mr. Welles. Soy el canónigo Fermín Yzurdiaga. Ahora que por fin ha colgado el teléfono, y antes de que empiece a rodar, me gustaría preguntarle una cosa, ya que probablemente nunca más tendré ocasión de hacerlo...
-Usted dirá, Father "Yzurdieiga".
-¿Cómo era Rita Hayworth?
-Me sorprende usted...
-¿Por qué? no debe extrañarle que bajo la sotana haya un hombre.
-She was a true angel. His body and his soul...
-Sí. En su "body" estaba precisamente el problema...
-Well, Father, creo que usted debiera estar más preocupado por las almas que por los cuerpos...
-Bueno, mr. Welles, hay cuerpos que hacen perderse a tantas almas que, para evitarlo, conviene conocerlos bien...
-Quizás podamos continuar esta interesante conversación teológica en otra ocasión, don Fermín, pero ahora tengo un trabajo que hacer, y me parece que va a resultar más complicado de lo que pensaba, porque este no es el irlandés que yo había pedido...
-¿Cómo dice, don Orson? Pero si responde punto por punto a las indicaciones que nos dieron nuestros superiores: unos 25 años, de nacionalidad irlandesa, y alojado en un hostal de San Nicolás.
-Pues o el vino ha transformado mucho su rostro, señor oficial, o les digo que no es él. Claro que esa tremenda moradura que tiene sobre el ojo tampoco ayuda demasiado a identificarlo...
-Sí, lamentablemente hubo que utilizar la "persuasión" para que nos acompañase, porque se puso muy bravo y no hacía caso a nuestros requerimientos. Más vale que aquí sabemos tratar a los guiris, mejorando lo presente, don Orson. Usted no se preocupe, que con un poco de maquillaje y un sombrero, estará como nuevo...
-Sí, borracho e inconsciente. Well, en Hollywood conocí a unos cuantos actores que jamás supieron interpretar de otra manera. Le vestiremos como el personaje y filmaremos seguidas todas mis réplicas. Mientras tanto les ruego que se lancen a buscar al auténtico irlandés por toda Pamplona.
-¿En plena noche sanferminera? No le arriendo la ganancia, pero lo intentaremos...
-Uff! Este traje medieval me está bastante estrecho. Se conoce que los reyes de Navarra eran menos corpulentos que yo. Y el irlandés sigue sin despertarse... En fin, empecemos. ¡Luces, cámara, acción!:
"Príncipe Carlos. Esta puede ser la última ocasión en que vos y yo podamos reunirnos en solitario, sin la interferencia de las distintas banderías que pugnan por nuestros favores. Quisiera pensar que no habréis dado crédito a quienes os hayan dicho que os odio. Sois sangre de mi sangre, y que no seamos de una misma opinión en muchos asuntos, aún en los más cruciales, no romperá nunca esa verdad. Deberíais haber advertido que soy, al contrario que vos, que desde que nacísteis teníais asegurado un trono, un simple segundón que nunca tuvo más futuro que el que le marcasen su padre o su hermano. Por eso cuando me casé con vuestra madre, y coloqué sobre mis sienes la corona de Navarra, supe que habia conseguido romper ese destino que otros habían fijado para mí. Eso es lo que nunca habéis entendido o no he sabido haceros entender, pero aún tenemos tiempo para... Shit! What's happens here? ¿Qué son esos golpes en la puerta? ¡Corten, corten!"
-Where is our friend? ¿Qué le han hecho?
-Un poco de respeto, little bastards! Soy Orson Welles y estamos rodando...
-Calm, american guy, que esto que llevamos en las manos no son pistolas de atrezzo. Así que levanten todos las manos y escuchen con atención si quieren que no les ocurra nada. Pertenecemos al I.R.A., y hemos seguido a la policía hasta aquí porque han detenido a nuestro camarada Mike O'leary. Pero... ¿de qué le han vestido ustedes? ¿Y por qué huele tanto a whiskey?
-Lo del vestuario se lo puedo explicar. El whiskey ya lo traía él incorporado. Pero pueden ustedes seguir considerándole un héroe, porque parece que se resistió mucho a la policía, y por eso tiene la huella de un tremendo porrazo en la cabeza...
-¿Y el dinero que llevaba? ¿Donde está el dinero? Más de mil ochocientas libras...
-Puedo asegurarles que no traía consigo más que esta botella de vino malo metida en el bolsillo de la chaqueta, porque yo mismo me encargué de desvestirle y colocarle las ropas regias que ahora lleva...
-Oh, shit! Ahora deberemos abortar toda la operación...
-¿Operación? ¿Qué operación?
-El secuestro del embajador británico en la plaza de toros de esta condenada ciudad de chiflados...
(Continuará)
-Sí, el señor Welles ha llegado ya. También están aquí el camarógrafo, la maquilladora y los técnicos de luces y de sonido. Los trajes que dejaron ayer los del Muthiko están listos para ser utilizados, así que si no manda usted nada más, yo me retiro, que se está haciendo tarde...
-Lo siento, Padre Yzurdiaga, pero tendrá que esperar aún un poco más, me informan de que la Policía Foral acaba de localizar al actor irlandés y que ahora mismo lo llevan para allá.
-Bueno, pero que no tarden mucho, por favor. No estoy acostumbrado a trasnochar tanto.
-Deje entonces las llaves al portero, así le molestaremos lo menos posible.
-No, señor. No vaya a ser que estos actores, acostumbrados a pasar como el caballo de Atila por sus lugares de rodaje, aprovechen mi ausencia para no dejar títere con cabeza en este recinto sagrado. No quisiera tener que dar mañana explicaciones al señor Arzobispo...
-Puede dormir tranquilo, Padre, que la Diputación se hará cargo de cualquier contratiempo.
-Sí, eso es lo que dice usted, pero comprenderá que pesan sobre mí los prejuicios que durante siglos ha tenido la Iglesia contra toda esta gente del teatro...
-Pero Orson Welles es una figura de talla mundial. Que la catedral de Pamplona salga en una de sus producciones puede atraer mucha gente a su templo...
-¡Bah, turistas! Devotos y peregrinos es lo que nos hace falta.
-Bueno, páseme al señor Welles, por favor.
-Aló? I'm Orson Welles.
-Desde luego tiene usted una voz que sobrecoge, mr. Welles...
-Sí, suelen decírmelo mucho. Oiga, ¿no va a venir usted para que podamos conocernos?
-Lo siento mucho, pero en plenas fiestas de San Fermín, apenas puedo moverme de Diputación. Pero uno de nuestros funcionarios le lleva al actor irlandés del que nos habló. A él podrá pedirle todo lo que necesite. Por cierto: ¿qué le pareció el guión?
-Well, el libro de mr. Iribarren es interesante, pero las escenas que había preparado eran demasiado lineales y sin fuerza. Así que usándolas de base, me he permitido reescribirlas para dotarlas de tempo dramático. Confío en que no dude de mi capacidad para llevar a cabo este trabajo. Además, tenía usted mucha razón: ese príncipe de Viana fue un personaje digno de que Shakespeare se fijara en él...
-Por supuesto que confiamos en usted, mr. Welles, si no no le hubiéramos ofrecido nuestra propuesta. En cuanto lleguen los forales con el irlandés, puede usted empezar. Le recomiendo el refectorio o la capilla de Barbazán como decorado. El mismo claustro estará precioso a la luz de esta luna de julio. Escoja la localización que le parezca más apropiada, y adelante. Cuando haya acabado el trabajo, sea la hora que sea, llámeme a este mismo teléfono y acudiré con el dinero convenido.
-Ok. Llaman a la puerta, debe ser el irlandés. Hablamos mañana.
-Disculpe, mr. Welles. Soy el canónigo Fermín Yzurdiaga. Ahora que por fin ha colgado el teléfono, y antes de que empiece a rodar, me gustaría preguntarle una cosa, ya que probablemente nunca más tendré ocasión de hacerlo...
-Usted dirá, Father "Yzurdieiga".
-¿Cómo era Rita Hayworth?
-Me sorprende usted...
-¿Por qué? no debe extrañarle que bajo la sotana haya un hombre.
-She was a true angel. His body and his soul...
-Sí. En su "body" estaba precisamente el problema...
-Well, Father, creo que usted debiera estar más preocupado por las almas que por los cuerpos...
-Bueno, mr. Welles, hay cuerpos que hacen perderse a tantas almas que, para evitarlo, conviene conocerlos bien...
-Quizás podamos continuar esta interesante conversación teológica en otra ocasión, don Fermín, pero ahora tengo un trabajo que hacer, y me parece que va a resultar más complicado de lo que pensaba, porque este no es el irlandés que yo había pedido...
-¿Cómo dice, don Orson? Pero si responde punto por punto a las indicaciones que nos dieron nuestros superiores: unos 25 años, de nacionalidad irlandesa, y alojado en un hostal de San Nicolás.
-Pues o el vino ha transformado mucho su rostro, señor oficial, o les digo que no es él. Claro que esa tremenda moradura que tiene sobre el ojo tampoco ayuda demasiado a identificarlo...
-Sí, lamentablemente hubo que utilizar la "persuasión" para que nos acompañase, porque se puso muy bravo y no hacía caso a nuestros requerimientos. Más vale que aquí sabemos tratar a los guiris, mejorando lo presente, don Orson. Usted no se preocupe, que con un poco de maquillaje y un sombrero, estará como nuevo...
-Sí, borracho e inconsciente. Well, en Hollywood conocí a unos cuantos actores que jamás supieron interpretar de otra manera. Le vestiremos como el personaje y filmaremos seguidas todas mis réplicas. Mientras tanto les ruego que se lancen a buscar al auténtico irlandés por toda Pamplona.
-¿En plena noche sanferminera? No le arriendo la ganancia, pero lo intentaremos...
-Uff! Este traje medieval me está bastante estrecho. Se conoce que los reyes de Navarra eran menos corpulentos que yo. Y el irlandés sigue sin despertarse... En fin, empecemos. ¡Luces, cámara, acción!:
"Príncipe Carlos. Esta puede ser la última ocasión en que vos y yo podamos reunirnos en solitario, sin la interferencia de las distintas banderías que pugnan por nuestros favores. Quisiera pensar que no habréis dado crédito a quienes os hayan dicho que os odio. Sois sangre de mi sangre, y que no seamos de una misma opinión en muchos asuntos, aún en los más cruciales, no romperá nunca esa verdad. Deberíais haber advertido que soy, al contrario que vos, que desde que nacísteis teníais asegurado un trono, un simple segundón que nunca tuvo más futuro que el que le marcasen su padre o su hermano. Por eso cuando me casé con vuestra madre, y coloqué sobre mis sienes la corona de Navarra, supe que habia conseguido romper ese destino que otros habían fijado para mí. Eso es lo que nunca habéis entendido o no he sabido haceros entender, pero aún tenemos tiempo para... Shit! What's happens here? ¿Qué son esos golpes en la puerta? ¡Corten, corten!"
-Where is our friend? ¿Qué le han hecho?
-Un poco de respeto, little bastards! Soy Orson Welles y estamos rodando...
-Calm, american guy, que esto que llevamos en las manos no son pistolas de atrezzo. Así que levanten todos las manos y escuchen con atención si quieren que no les ocurra nada. Pertenecemos al I.R.A., y hemos seguido a la policía hasta aquí porque han detenido a nuestro camarada Mike O'leary. Pero... ¿de qué le han vestido ustedes? ¿Y por qué huele tanto a whiskey?
-Lo del vestuario se lo puedo explicar. El whiskey ya lo traía él incorporado. Pero pueden ustedes seguir considerándole un héroe, porque parece que se resistió mucho a la policía, y por eso tiene la huella de un tremendo porrazo en la cabeza...
-¿Y el dinero que llevaba? ¿Donde está el dinero? Más de mil ochocientas libras...
-Puedo asegurarles que no traía consigo más que esta botella de vino malo metida en el bolsillo de la chaqueta, porque yo mismo me encargué de desvestirle y colocarle las ropas regias que ahora lleva...
-Oh, shit! Ahora deberemos abortar toda la operación...
-¿Operación? ¿Qué operación?
-El secuestro del embajador británico en la plaza de toros de esta condenada ciudad de chiflados...
(Continuará)
© Mikel Zuza Viniegra, 2011