viernes, 14 de mayo de 2010
LA BODA DEL SIGLO
Mañanita del 12 de mayo de 1191, y está ya la explanada frente a la catedral de Limassol repleta de ingleses que han venido a presenciar la boda entre Ricardo de Inglaterra y Berenguela de Navarra. Arbitrará la contienda el obispo de Evreux, del colegio normando.
Los 7.000 bulliciosos aficionados británicos son evidente mayoría en este encuentro, pues apenas 50 navarros se han desplazado hasta Chipre para presenciar la final de este Primer Trofeo Plantagenet.
A pesar de las severas advertencias hechas por Felipe Augusto, presidente de la Federación Francesa, que a punto han estado de conseguir la suspensión de tan apasionante choque, el capitán ingles, que luce en su camisola los tres leopardos, lleva ya dos horas esperando que el equipo contrario salte al terreno de juego, aunque parece que el retraso entra dentro de la táctica diseñada por el entrenador de los navarros, el impresionante príncipe Sancho, que anoche declaró a varios cronistas que lo de la puntualidad anglosajona no va con él.
Los esfuerzos hechos por la federación chipriota en el sentido de intentar que se prohibiese la ingesta de alcohol durante el partido tampoco han dado fruto, pues el calor primaveral de estas tierras orientales ha incrementado tan notablemente la venta de cerveza, que se calcula que para mediodía no quedarán más de dos o tres barriles llenos en la ciudad. Ni en esto se han puesto de acuerdo las hinchadas rivales, pues los navarros han optado por traer cientos de barricas de vino de su tierra en la bodega de su nao: que se llama “La Veloz Sangüesina”, y que recibe tan simpático nombre por haber sido construida en esa ciudad con la madera que traen los roncaleses desde el Pirineo.
Lo cierto es que la tensión se palpa en el ambiente y los ingleses empiezan ya a impacientarse tanto como su señor, que da muestras de gran nerviosismo haciendo grandes aspavientos en el círculo central de las escalinatas del templo. Para animar a Ricardo en estos momentos cruciales, gran parte de los congregados están cantándole en voz tan alta que resulta casi imposible oír mis propios pensamientos, lo que parece ser un cántico tradicional inglés. Vamos a ver si podemos entender alguna de sus estrofas:
“Walk on through the wind,
Walk on through the rain,
Though your dreams be tossed and blown.
Walk on, walk on with hope in your heart,
And you'll never walk alone,
You'll never walk alone…”
Aplausos atronadores cierran la emocionante interpretación, que Ricardo agradece besando ostensiblemente el escudo que lleva sobre su pecho.
¡Y nos anuncian por fin la llegada de la delegación Navarra, de la que no sabíamos nada desde que salió de su hostal de concentración!
Efectivamente, encabezados por ministriles y atabales que van cantando una copla compuesta por el maese Turrillas:
“¡Oh, muy noble Berenguela!,
De los Sanchos bella flor,
¡Oh, muy noble Berenguela!
Es tu origen montañés,
mas vives, en la Ribera.
Vibra en ti Navarra entera,
Por donde quiera que vas…”,
salta al campo el equipo encabezado por la princesa, que viste toda de blanco con un velo de color rojo que muestra el escudo de su reino bordado en oro y piedras preciosas.
Sale a recibirla velozmente el maestro de ceremonias inglés, Lord Lampard, mas una hábil finta de Berenguela lo deja atrás mientras ella sigue impertérrita hacia la iglesia. Ahora es la madrina de Ricardo, su hermana Juana de Sicilia, quien se interpone en su camino, pero el padrino, el príncipe Sancho de Navarra, la aparta cogiéndola por el talle, sin que el colegiado normando diga nada, por lo que Berenguela continúa como un relámpago su avance hacia su prometido, que le aguarda tras el arco porticado, donde el último obstáculo entre ambos enamorados es el viejo portero londinense Sir Peter Shilton, que mueve los brazos en vano queriendo frenar la acometida de la vanguardia Navarra, pues amagando hacia la izquierda, Berenguela consigue engañarle y entrar en el templo por la derecha, donde Ricardo y ella se funden en un abrazo que sella definitivamente el empate entre ambos esposos, para gozo y satisfacción de las aficiones de ambos equipos, que se lanzan a celebrar el resultado por todas las tabernas de Limassol...
¡Qué apasionante partido, señoras y señores! Quedan todos ustedes emplazados en esta misma frecuencia para el próximo partido internacional que será disputado entre las selecciones de Arabia, con su famoso capitán Saladino al frente, e Inglaterra en el estadio de Acre, y que promete ser aún más disputado que el que acabamos de presenciar…
PD: a quienes penséis que es imposible que esto ocurriera de la manera en que os lo he contado, sólo me queda recordaros las sabias palabras del libro del Eclesiastés, que en su capítulo 1, versículos 9-10 nos dice:
“Lo que ha llegado a ser, eso es lo que llegará a ser; y lo que se ha hecho, eso es lo que se hará; y por eso no hay nada nuevo bajo el sol.
¿Existe cosa alguna de la cual se pueda decir: “Mira, esto es nuevo?”
© Mikel Zuza Viniegra, 2010