viernes, 14 de febrero de 2014

DESAPERCIBIDO



 Catedral de Pamplona, 12 de febrero de 1348

Foto de R. Lasaosa

 -Han pasado veinte años de todo aquello. ¿Qué daño puede hacer ya este pobre viejo?

-"Ese pobre viejo", como tú lo llamas, es nada menos que fray Pedro de Ollogoien. Responsable máximo de las matanzas de judíos que asolaron estas tierras antes de la feliz llegada de don Felipe -que Dios haya- y doña Juana al trono de Navarra. Cientos de hebreos moran en el seno de Abraham por su culpa, ¿y aún dices que qué daño puede hacer? ¿Acaso no lo oyes día y noche berreando fragmentos de las Escrituras, que en su boca suenan como graznido de cuervo?

-¡Claro que lo oigo, y bien harto me tiene ya con esa salmodia! Por eso le he pedido varias veces al obipo don Arnalt que me releve de esta labor de custodio suyo que ostento únicamente porque ningún clérigo quería acompañaros en el cuidado de semejante orate. Pero a pesar de saber quién es y de horrorizarme por lo que hizo, sigo pensando que un anciano no debería estar en una mazmorra tan lóbrega como ésta.

-¿Lóbrega dices? Pero si tiene un ventanuco desde el que puede contemplar la misma vista que el obispo desde su palacio: la Chantrea, Burlada, Villava, y las grandes montañas de Monreal e Izaga allá al fondo.Y ahí lo tienes siempre, asomando su durísíma cabezota entre los barrotes. De todas maneras, siento ciertamente que el Fuero no contemple ya la pena de emparedamiento, porque así al menos nos habríamos librado hace mucho tiempo de canso tan grande. Y en cuanto a la lástima que te dan sus canas, piensa más bien en todos aquellos a los que su fanatismo impidió llegar a alcanzarlas. Y también en las mujeres y en los niños asesinados a consecuencia de sus funestas prédicas.

-Ya, pero cuando lleguéis a su edad, si Dios así lo quiere, seguro que no os gustaría veros como él. 

-No hacer caso a chiflados de verbo fácil es una norma muy simple de cumplir y que yo he llevado siempre a rajatabla, hermano. Y a éste basta con mirarle a los ojos para comprender el desastroso estado de su sesera. Que consiguiese formar un ejército de saqueadores acusando a los judíos de Estella de haber crucificado a Nuestro Señor no lo convierte además en un teólogo singular, tan sólo supo excitar el ansia de riquezas de una población exhausta. Aunque le reconozco que sí que supo escoger el momento: justo cuando no había autoridad real que contuviese sus locuras y sobre todo que protegiese militarmente a las juderías. Cuando por fin tuvimos reyes, uno de sus primeros mandatos fue apresar a fray Pedro, y hacerle pagar desde ese mismo momento sus desmanes. 

-Y muy bien me parece tal sentencia. Con lo que no estoy tan de acuerdo es con padecer nosotros con él, sin tener culpa ninguna en su rebelión, que yo ni siquiera había nacido por entonces. Y es que entre los ruidos de los obreros que construyen el nuevo claustro y la capilla funeraria del obispo aquí al lado, y los gritos sin fundamento de este maldito fray Pedro, no hay forma de meditar por el día ni de reposar por la noche. Estoy agotado, y os digo que bien poco me importaría que se quedase mudo en este mismo instante...   

-Doce años llevo yo en este cargo, y en vez de enmudecer cada día me parece que tiene más voz. Y no es raro, que él también debe darse cuenta que le va quedando cada vez menos vida, y por eso berrea y chilla bien fuerte, para ver si Dios le escucha y perdona su más terrible pecado. ¿O es que no te has fijado que casi siempre repite los mismos versículos? ¿No? ¿Pero qué os enseñan ahora en la Escuela Capitular?

-¿Os referís a...?

-Sí, ya sabes: 

"Quocumque enim perrexeris, pergam, et ubi morata fueris, et ego pariter morabor. Populus tuus populus meus, et Deus tuus Deus meus. Quae te terra morientem susceperit, in ea moriar: ibique locum accipiam sepulturae..."

-Para mi vergüenza he de confesaros que no domino la lengua latina tan bien como me gustaría, pero por supuesto que le escucho volver una y otra vez a esas mismas palabras. Tanto que he llegado a aborrecerlas, aunque lo cierto es que no entiendo qué quieren decir. 

-Pues tu tremenda ignorancia te priva de conocer ese horrendo pecado de fray Pedro del que antes te hablaba, que no es el de haber segado la vida de muchos inocentes. O al menos no es sólo ese. Y mira que él no lo esconde, pues no deja de gritarlo a los cuatro vientos...

 -¡Me tenéis en ascuas! ¿Qué pecado capital es ese?

-Si dominases la lengua de Cicerón, sabrías que lo que continuamente recita fray Pedro pertenece al Libro de Rut:

"Iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. 
Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. 
Moriré donde tú mueras y allí mismo seré enterrado..."

-Pues aunque ahora por fin sé lo que dice este loco, sigo sin comprender a qué puede referirse.

-Rut Ben Simón era la hija del comerciante más acaudalado de la aljama de Estella. Yo tuve la fortuna de verla un día, y en verdad te digo que no me importa blasfemar para confesarte que renunciaría a aceptar que Cristo es el Mesias que el pueblo judío llevaba siglos esperando, sólo por lograr que ella me mirase una vez más.
Su pelo era negro, como las noches sin estrellas del país de Moab, sus ojos brillaban con el mismo fulgor del candelabro de los siete brazos y te juro que oír su risa era como saciarse con aquél maná que cayó del cielo en el desierto. Así de hermosa era. Pero lo que yo y otros muchos supimos guardar en nuestro corazón, un loco como fray Pedro no quiso o no pudo hacerlo. Con tal de lograrla, primero rogó y después amenazó a su padre, reconviniendo a ambos violentamente para que se convirtieran a la verdadera fe. Pero este propósito era tan sólo la excusa que escondía la verdadera intención lujuriosa del fraile, que ante la firme negativa de los dos hebreos, comenzó a pergeñar en su podrido caletre el crimen que luego le haría tristemente famoso en toda Navarra.
-¿Estáis diciendo que Ollogoien provocó el asalto a la judería de Estella sólo por despecho?

-Eso justamente es lo que ocurrió. Y eso es lo que le remuerde todavía las entrañas, porque sabe que Dios no le perdonará haberlo utilizado como coartada de sus mezquinos instintos. 

-¿Pero por qué sigue gritando de esa forma?

-Porque sabe que igual que no pudo vivir junto a Rut, ni lograr que su pueblo fuera su pueblo, ni que su Dios fuese su Dios, tampoco podrá morir ni ser enterrado en el mismo lugar en el que él provocó que ella muriera. Y es que el rey Felipe -de buena memoria- perdonó a instancias del obispo la vida del reo, pero lo condenó a pasar lo que le quedase de vida en esta celda, y a ser emparedado en ella tras su muerte. Sólo un relieve que ya ha tallado uno de los maestros que ahora mismo trabajan en el claustro, indicará a la posteridad este sombrío lugar, pues cubrirá para siempre por fuera ese ventanuco,  mostrando a fray Pedro de Ollogoien tal y como todo el mundo lo ha conocido estos últimos años: con su cabeza asomándose entre los barrotes y purgando a la vista de todos su infamante pecado.
Y yo espero fervientemente que sea el irascible y vengativo Dios del Antiguo Testamento en el que creían Rut y los suyos, y no el que anduvo alegre sobre la mar, quien acabe juzgándolo el día del Juicio Final ...  

Trasera de la catedral de Pamplona, a la derecha de la torre de la capilla
Barbazana, con el relieve junto a la tubería.

Ampliación "nebulosa" del relieve en cuestión

©Mikel Zuza Viniegra 2014