domingo, 24 de junio de 2012

UN MUY GRAN MILAGRO DEL SEÑOR SAN JUAN



Y si es cierto que hubo en aquellos tiempos en Navarra caballeros de tanto renombre como don Pierres de Laxaga, don Ferrando de Ayanz, don Juan Martínez de Medrano o don Corbarán de Lete, no menos famoso que todos ellos fue don Fermín de Orkin, protagonista de un asombroso prodigio en la noche de San Juan. 


Y es que por sus habituales triunfos en todo tipo de torneos y competiciones deportivas, cogiéronle ojeriza sus adversarios, siendo el peor de todos ellos el malvado Barón de los Palés, título nobiliario que el Diablo debió concederle, pues no consta en el Libro de Armería del reino que ningún monarca navarro lo hiciera...




Y por ver de acabar de una vez con sus triunfos, y sabiendo que esa mágica noche se disponía don Fermín a saltar las hogueras que para recordar a santo tan ilustre se prenden, el muy traidor Barón de los Palés sembró de puntiagudos y escondidos abrojos los contornos de todos y cada uno de los fuegos encendidos, buscando sin duda herirle en el talón, como muchos siglos atrás hicieron otros malos caballeros con el héroe griego Aquiles.




Y tomó muy fuerte impulso nuestro protagonista y cuando ya estaba a punto de superar por los aires la fogata, y como es ley muy grave y obligatoria, comenzaba ya su descenso a la tierra, sintió en la riñonada un suave empujón que le hizo caer, no donde iba a hacerlo, sino un poco más allá, escapando así de la trampa urdida por el perverso Barón. 


Y sobre la medida de esa distancia salvadora no se ponen de acuerdo los diferentes narradores de este sin par milagro, y esto ha de ser porque en aquellos tiempos no se había inventado aún el sistema métrico, así que la midieron con alambicadas pero muy explícitas fórmulas, como el grosor de tres pestañas de la bella princesa doña Blanca, el cañón de una pluma caída de las alas de San Miguel de Izaga, o la media corona de plata de don Carlos II, que por ser una moneda tan delgada y fina, sólo se podía comprar aire con ella...


Y esta especial protección divina le llegó a don Fermín sin duda por compartir su padre el nombre del Santo que esa noche se festejaba, que por ser maestro de ingenios muy renombrados, hizo a petición expresa del propio San Juan un elevador hidráulico para ayudarle a levantar el cordero con el que siempre le representan en todos los retablos, que por haber nacido en Galilea, y no en Leitza, donde todo el mundo lleva desde que nace una piedra al hombro como si nada, tenía ya la espalda muy dañada de tanto cargar con el borrego de aquí para allá... 




Y por este gran favor que don Juan de Catalán le había hecho, además de atender otras hogueras, recibir muchas enramadas, bendecir las aguas de manantial y servir de notario a promesas de amor eterno que sólo en esa noche se cumplen, encontró tiempo San Juan para salvar a don Fermín de la punzante celada del Barón de los Palés. 


Y para que nunca se olvidase milagro tan grande, se repartieron por todo el reino de Navarra estampas que mostraban muy gráficamente lo acontecido, para que otros y otras, si llegan a verse alguna vez en el mismo trance, tengan por seguro que si se acogen a la protección de San Juan, serán librados de todo mal, aún de los más ocultos y escondidos...


VERA IMAGEN DEL ZAPATO DE DON 
FERMÍN DE ORKIN, TRAS SALTAR LA 
HOGUERA DE LA NOCHE DE SAN JUAN.
DIOS Y EL INVENTOR DE LAS SUELAS 
DE GOMA SEAN POR SIEMPRE ALABADOS...


© Mikel Zuza Viniegra, 2012