viernes, 31 de mayo de 2013

LIBRO DE LOS TEOBALDOS

 
 
 
 
Bueno, pues aquí está una nueva demostración de que la imaginación y la literatura pueden transformarse en realidad encarnándose en un libro que los cronistas medievales no recogieron en sus compilaciones, pero que tras arduas investigaciones ahora puedo poner finalmente a vuestra disposición.
 
En él podreis releer historias ya conocidas, y también conocer otras completamente nuevas, que tienen como nexo las aventuras y andanzas de aquellos reyes de Navarra que llevaron el muy eufónico y sonoro nombre de Teobaldo.
 
Nos vemos en las librerías.
 
Corred, que se acaban...  : )

miércoles, 29 de mayo de 2013

BLANCAS JUEGAN Y GANAN

Alcoba en el convento de predicadores de Peñafiel (Valladolid), 29 de mayo de 1421

-No seas testaruda, Blanca. Recapacita: aunque yo sólo sea el hermano menor del rey de Aragón, Alfonso no tiene hijos, y por tanto qué mejor que el nuestro, recién nacido, lleve el mismo nombre de mi padre, el glorioso don Fernando. Así todos podrán ver que la continuidad dinástica está asegurada.

-¿Y tú te atreves a hablarme de cabezonería, Juan? Piensa más bien que tu hermano está aún en edad de engendrar un heredero legítimo, igual que ya los tiene bastardos, y que en asuntos de gobierno, como en tantas otras cosas, mucho mejor es tener pájaro en mano que ciento volando. Sí, puede que nuestro hijo llegue a heredar algún día Aragón, pero lo que sabemos fehacientemente es que heredará Navarra, y por eso precisamente es imprescindible que lleve el nombre de Carlos, el mismo que lucieron mi padre y mi abuelo, de honrosa memoria.

-¿Cómo va a llevar un rey de Aragón el nombre típico de sus archienemigos los reyes de Francia? Me niego ¡Nunca ha  reinado nadie allí con ese nombre!

-¡Tampoco lo ha hecho jamás ningún Fernando en Navarra! Y tengo para mí que si ese día llega alguna desdichada vez, supondrá fatalmente el fin del reino. Y piensa que si en vuestros dominios tenéis muchos Alfonsos, Jaimes o Pedros, en los míos abundaron los Sanchos, los Garcías, los Teobaldos y ahora los Carlos cuyo nombre proviene -efectivamente- de los reyes cristianísimos de Francia. De manera que como soy la reina propietaria -tal y como nuestras capitulaciones matrimoniales dejaron bien claro-, desde este mismo momento proclamo que mi hijo llevará el mismo nombre que portó Carlos I, que en Francia fue conocido como "el Hermoso", y en Navarra -siempre mucho menos amigos de la adulación- como "el Calvo", y también el mismo nombre que ostentó Carlos II, aquél que huyó de su prisión en la torre de Arleux, y que envió a su hermano Luis a conquistar Albania, y por supuesto el mismo nombre de Carlos III, que ha construido en Olite y Tafalla los palacios más bellos de todo el Occidente.

-¡Vaya hazañas son esas! Los reyes de Aragón, empezando desde una diminuta porción de tierra junto a lo más agreste del Pirineo, han llegado a dominar todo el Mediterráneo, conquistaron Valencia, Mallorca, Sicilia y también la cuna de toda la sabiduría: Grecia. ¿Cómo comparar todas esas glorias con vuestros cuentos para niños?

-¡Estúpido, bobo, bocazas, calvo! ¿Olvidas que esa "diminuta porción de tierra junto a lo más agreste del Pirineo" fue entregada por don Sancho el Mayor -rey de Navarra- a su hijo bastardo don Ramiro y que por lo tanto el primer rey de Aragón no lo fue más que por deseo y generosidad de mi antepasado? ¡No hay más que hablar! Nuestro hijo será Carlos IV de Navarra cuando yo muera. ¡Y ahora quitaos de mi vista, porque si no voy a saltarme todos los mandamientos de la Iglesia y bautizar yo misma al infante con una de estas botellas de buen tinto de San Martin de Unx, que tuve que traje conmigo para no tener que beber ese insípido Ribera del Duero que por acá se estila y a vos os gusta tanto!  


Y efectivamente llevó el recién nacido desde aquel día el honroso nombre de sus antecesores en el trono de Navarra, y por su buen carácter e inteligencia fue muy alabado, aunque también muy envidiado, sobre todo por su propio padre, en cuyo negro corazón quedó marcado a fuego el desplante a la corona de Aragón refrendado en aquel regio bautizo, aunque realmente lo que más le dolió y no perdonó nunca a su mujer fue que la gradación de insultos que tan fielmente lo definía acabase con el adjetivo de "calvo", pues efectivamente ya empezaba en esa época a clarear su coronilla, y en muy pocos años además de como rey traidor y sin palabra, sería seguramente conocido por aquellos arrogantes y malditos navarros por el mismo apodo que aquel primer Carlos.

Y llevaba mucha razón...


DÍA DEL 592 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE CARLOS D'EVREUX Y TRASTAMARA, PRÍNCIPE DE VIANA.

© Mikel Zuza Viniegra, 2013

lunes, 27 de mayo de 2013

HAIYU

Desierto del Sahara, 25 de mayo de 1199

-¿Te beberías ahora mismo el río Ebro, eh, Sancho?

-¡Más respeto, Pedro, que a pesar de estar tan lejos de casa sigo siendo tu rey!

-Como queráis, don Sancho VII, ¿así os parece mejor?

-No lo entiendo, todos estamos muertos de sed en medio de este secarral, y tú parece como si toda tu vida hubieras andado a lomos de estos condenados camellos que nos están moliendo los riñones.

-Digamos que los respeto tanto como a vos, y ellos sin duda lo notan...

-¡Cuidado con esa lengua! 

-Tenéis razón una vez más, don Sancho: si hubiese mantenido la boca cerrada no estaría hoy aquí, sino probablemente  tumbado a la sombra de un roble en mi Lizarraga de Izagaondoa natal. Pero como no lo hice, sino que  preferí intentar poner coto a vuestros regios abusos convirtiéndome en buruzagi de la Junta de Infanzones de Obanos, vos me condenasteis a muerte, y en el último momento me indultasteis a condición de que engrosara vuestra expedición a Marruecos

-Lo hice en atención a nuestra vieja amistad y a las dos veces que me salvaste la vida luchando en Aquitania contra los franceses. Pero ya me estoy arrepintiendo, que no paro de recibir quejas sobre vuestro comportamiento por parte de los representantes del sultán en nuestra hueste.

-¿Quién ha protestado, el visir Hakeem-al-Nasir? Es simplemente uno más de los aduladores que medran a la sombra de su despreciable sultán.Todo lo que os cuente es tan mentira como lo que nos dijeron sobre los saharauis, que no son la tribu rebelde de la que nos hablaron, sino un pueblo distinto y orgulloso además de serlo.

-No hemos venido hasta este infierno para mediar entre los infieles, sino para obtener de uno de ellos -ese que llamas "despreciable sultán"- los recursos que nos permitirán luego defender Navarra de sus poderosos enemigos. Una de las misiones que se me ha encomendado es combatir a esos saharauis, y no dudaré en hacerlo, pienses lo que pienses.

-Sí, los intereses de los tiranos siempre acaban convergiendo.

-¿Me estás comparando con el sultán?

-Y lo seguiré haciendo mientras os comportéis igual que él. Mientras los Infanzones servimos a vuestros propósitos y mantuvimos a raya a los Ricoshombres que tantos problemas os causaban, bien que promovíais nuestras reuniones, pero cuando quisimos además frenar vuestra desmesurada codicia y vuestra afición a subir desmesuradamente los diezmos e impuestos, no dudasteis en perseguirnos con saña. 

-¡Tan solo me atuve a la ley!

-¿Qué ley, la que vos mismo dictabais a vuestro capricho, obviando todos los Fueros y Privilegios concedidos a cada población de Navarra por vuestros antecesores? Ojalá quien os suceda acceda de una vez a poner todos ellos por escrito, para que ningún monarca más pueda hacer lo que le plazca alegando ese vacío legal.

-Lo dudo: bien iluso sería un rey si aceptase semejante propuesta. Y lo mismo opino sobre vuestro pomposo lema: "PRO LIBERTATE PATRIA, GENS LIBERA STATE -Para que la patria sea libre, la gente debe serlo también-". Te digo que antes se cubrirá este desierto de rosas, que un soberano que se tenga por tal refrende semejante divisa. 

-Bueno, sin ánimo de molestaros, lo cierto es que para la buena marcha del mundo considero mucho más necesarias las rosas que los reyes, así que os avisaré cuando estas arenas florezcan.

-¡Basta de cháchara, Pedro! Mira al visir: debe estar pensando que soy incapaz de mantener mi autoridad sobre mis propios hombres. 

-Y pensará bien, don Sancho, que yo no soy hombre ni vuestro ni de nadie. Y en eso coincido con esos saharauis a los que vuestro contrato nos obliga a masacrar. 

-No es nada personal, Pedro,sólo son negocios.

-Una excusa verdaderamente miserable, don Sancho. Me gustabais más cuando os jugabais el tipo por vuestros hombres en el Languedoc.  Sin embargo yo no estoy obligado a nada. Me trajisteis aquí obligado, y hasta quizás esperando que alguna flecha perdida os librase de mí. Pues os daré el gusto, y ya que luchando en el bando más débil siempre hay más posibilidades de morir, os anuncio que ahora mismo me paso con armas y bagajes a defender a esos saharauis que os pagan por eliminar. Bien mirado, el lema de los Infazones de Obanos que tanto os maravilla podrá aplicarse también a ellos con mucha razón. 


-¡Ejecutad ahora mismo a este traidor!

-Don Hakeem, cuando esteis en mi hueste, limitaos a sugerir ¡Aquí sólo mando yo!

-Pues no lo parece, don Sancho !Si vos no matáis a este perro lo haré yo mismo con mi alfanje!

-Tenéis razón: sólo a mí me corresponde imponer el orden ¡Traed mi maza! Y tú, Pedro, ¡arrodíllate y agacha la cabeza!

-Ya os lo dije: los tiranos siempre terminan coincidiendo. Triste papel para un rey el de acabar convertido en verdugo ¿Pero qué...?

-¿Ahora vas a venirme con remilgos, Pedro? Levanta tu testaruda cabeza y comprueba que eso que te ha salpicado sólo son los sesos del visir Hakeem, y piensa que ya tuviste que limpiarte los de muchos otros aquella vez en Loches...

-¿Pero por qué?

-Quizás porque nunca he sido tan malo como piensas, Pedro. O quizás porque así estamos definitivamente en paz: tú me salvaste la vida dos veces, y otras dos veces te la he salvado yo. O quizás simplemente porque estoy aquí para intentar mantener la independencia de mi pueblo, no para acabar con la de ningún otro. Creas lo que creas de mí, siempre preferiré que la Historia me recuerde por romper unas cadenas y no por esclavizar a nadie con ellas.  



-¿Y qué le diréis al sultán?

-Que los saharauis nos sorprendieron porque ahora tienen un jefe temible: el valeroso Al-Lizarragh. Y que hará bien en cuidarse de vosotros de aquí en adelante...

-Son un pueblo pobre, pero no quieren olvidar vuestro gesto, y por ello a partir de  este instante añadirán a su bandera vuestro emblema de la media luna y la estrella, el mismo que ya campea en vuestras monedas. 
Y esperemos que bajo ese benéfico y nocturno influjo, cubran las rosas de una vez este desierto, que os digo en verdad que no hay pueblo que merezca con más justicia formar parte del catálogo de las naciones que el saharaui... 




Y fue escrita esta historia para unirme de todo corazón a la conmemoración del cuarenta aniversario de la constante y sobre todo dignísima lucha del Frente Polisario para conseguir la libertad del Sahara Occidental.  






© Mikel Zuza Viniegra, 2013

jueves, 16 de mayo de 2013

NOVELA NEGRA

Torre del rey en Pamplona, madrugada del 5 de julio de 1345

-Perdonad que os haya hecho llamar tan apresuradamente, mi señor don Germán de Areta, pero he pensado que era el momento perfecto de llegar a un acercamiento entre nosotros dos...

-Al contrario, mi señor don Jacques de Licras, yo también ardía en deseos de conoceros en persona. Sobre todo tras todo lo que he llegado a saber de vos...

-Sí, ese es sin duda el quid de la cuestión: vuestras entrometidas investigaciones sobre mi persona y sobre mi labor como procurador del rey en Navarra. Lleváis semanas husmeando en asuntos que no os conciernen en absoluto, y que en algún momento han podido saliros muy caros.

-Bueno, es evidente que los esbirros que enviasteis a aclararme ciertos "términos legales" sí que salieron mal parados...

-No sois el único que ha hecho averiguaciones, don Germán. Yo también lo sé todo sobre vos. En mi oficio la información es una de las mayores riquezas que se pueden atesorar. Veamos. Por vuestra pequeña estatura -y sin duda también por lo molesto que resultáis- se os conoce como"piojo". Empezasteis como simple Baile en la población de San Nicolás. Al parecer cumplisteis bien vuestro cometido de mantener el orden en la barriada que os asignaron, y en dos años ya erais Preboste de la ciudad. Cinco años más y, cuando su majestad os propuso nombraros Merino de la merindad de las Montañas, decidisteis repentinamente abandonar todas vuestras responsabilidades y marchar a Francia, donde desde entonces habéis sobrevivido vendiendo vuestros servicios a cualquiera que pagase por ellos. Hace un mes regresasteis a este reino, donde nadie os echaba en falta ¿Estáis de acuerdo con mi informe?


-Con todo, menos con lo de que trabajo para cualquiera. Si así hubiese sido quizás ahora sería yo quien ocupase vuestro puesto.

-El rey don Felipe de Navarra -que Dios haya en su Gloria- no era un cualquiera, y aún así preferisteis desdeñar su ofrecimiento...

-Su "ofrecimiento" me exigía mirar para otro lado cuando le placiese saltarse el Fuero que él mismo había amejorado. Como no creo que nadie esté por encima de la ley, ni siquiera quien la dicta, preferí poner tierra de por medio, porque cuando se pierde la confianza en quien manda, lo mejor para no criar úlceras es largarse.

-Celebro que no tengas úlceras, pero a veces, lo difícil es seguir donde uno está, evitando al menos que ocupe tu puesto alguien peor que tú.

-Bueno, en vuestro caso eso no resultaría nada sencillo, mi señor de Licras, porque sois sin duda uno de los personajes más oscuros y malignos que ha tenido que soportar Navarra.

-¡Oh, exageráis, Areta! Sólo me he dedicado a cumplir escrupulosamente los mandatos de su majestad. Claro que si el rey murió en la cruzada de Algeciras hace dos años y desde entonces la reina doña Juana no se ha dignado aparecer por estos, sus dominios, hubiera sido de tontos no aprovecharlo, ¿verdad? Además, todos sabemos que una mujer no está capacitada para ejercer las labores de administración y gobierno que exige llevar una Corona, y por lo tanto es justo que los que sabemos más que ellas de esos asuntos las ayudemos en tan complicados menesteres.

-Así que vuestros objetivos son políticos, ¿no?

-Claro, los políticos hacen la política, pero alguien más fuerte y más inteligente debe indicar a los políticos cuál es la política que conviene hacer. Esto es algo absolutamente necesario en nuestros días y, como vos no ignorareis, ocurre en todos los grandes países, y en todos los países que, como el nuestro, queremos que sean grandes. ¿Por qué? Pues muy sencillo: porque el queso, Areta, está podrido en todas partes, y ya no hay forma de comérselo sin tragarse algún gusano...

-Ya. ¿Y este sobre  que ponéis en mi mano?

-Es una oferta más generosa aún que la que os hizo el rey. Aprovechadla y volved a vuestra vida de mercenario para ingleses o para franceses. O marchad en peregrinación a Roma. El caso es que desaparezcáis de Navarra, donde sigo sin entender qué se os ha perdido...

-Sí que es generosa, sí. Pero permitidme que satisfaga primero vuestra curiosidad explicándoos el porqué de mi regreso. ¿Os suena de algo el nombre de Pascalet de Ochovi? No, claro, ya me parecía a mí que no os acordaríais, habéis cometido tantas maldades que un nombre más o menos hace tiempo que no os quita el sueño. Yo os diré quien era: un simple peluquero en la Rúa Mayor de Pamplona.


Cuando venía a la corte estaba obligado a acicalarme para presentarme ante el rey. Tras unas cuantas visitas, acabé trabando amistad con él, porque era de esos barberos a los que le gustaba dar palique, y tenía también la misma pasión por los torneos que yo, sólo que él fantaseaba con haber visto competir a los mejores caballeros de Navarra, incluso a los Almoravid o a los Guevara, a quienes -en razón a los cargos que entonces desempeñaba- yo sí conocía bien.

A mí no me importaba. Al contrario: le seguía la corriente mientras me afeitaba y, entre jofainas llenas de agua y cuchillas mucho más melladas que las espadas de aquellos afamados caballeros de los que hablábamos, dejábamos pasar el tiempo fingiendo que ambos habíamos estado presentes en primera fila de los palenques de Estella o de Tudela.

-Enternecedor, Areta, ¿pero qué pueden importarme a mí vuestros gustos deportivos o vuestras ridículas amistades?

-No. Desde luego no os importaban nada, y por eso desde vuestro puesto de juez disteis pábulo a quienes acusaron falsamente a Pascalet y a su hermano Johanet de haber asesinado al tejedor Miguel de Villanueva. Y por eso los encarcelasteis y prohibisteis -en contra de lo que ordena el Fuero- que saliesen bajo fianza. Y no contento con eso volvisteis a saltaros nuestra ley fundamental  y admitisteis como únicos testigos en la causa a los parientes del muerto, que mintieron a posta para incriminar todavía más a los acusados, a quienes no permitisteis defenderse de manera alguna. Aunque lo peor es que actuasteis de forma tan rastrera simplemente porque la familia Ochovi no quiso daros las cien libras de sanchetes que les solicitabais para salvarlos. Pero sin embargo sí que aceptasteis de buen grado, no sólo las cincuenta libras con las que os sobornaron los Villanueva, sino también que os dieran por «amiga una moza jovena, lur pariente, es a saber, a María Johanes, fija de don Johan de Gorriti, carnicero qui fue..

Tampoco os bastó con esta infame demostración de vuestra probada codicia y vuestra repugnante lujuria, que hubisteis además de enseñar a todos vuestra crueldad, pues estando en capilla los dos condenados, todavía les impedisteis casarse con las dos «mozas virgenes que los demandavan et que eran prestas de tomarlos segunt otras vegadas es usado et costumbrado de fazer en tales casos».

Solicitaron entonces los buenos Pascalet y Johanet que se les proporcionase un confesor. Pero cuando vos os enterasteis de que había acudido el vicario de San Lorenzo, le abristeis la cabeza con un palo para que no pudiese auxiliarles siquiera espiritualmente. Y cuando finalmente fueron arrastrados por toda la ciudad hasta el lugar donde se levantaba el cadalso para ser ahorcados, resultó encima que los pobres Pascalet y Johanet «-por ordenamiento de Dios, y dos vegadas crebada la cuerda-, cayeron en tierra. E con todo esso vos condecabo los enforcasteis, et assí los fizisteis morir a mala muert...»

-¿Me estáis diciendo en serio que todo esto es por un simple barbero?

-No. Es por mí. Es que Pascalet era mi amigo, y no estuve aquí para ayudarle. Además, esta letra de cambio de un banco sienés con la que habéis querido tentarme no va a devolvérmelo, por eso mirad como la rompo ahora mismo en mil pedazos.

-Sois más idiota de lo que pensaba, Areta. ¿Y quién os ha contado esa versión tan convenientemente dulcificada de la causa de los Ochovi? Colijo que alguien de su familia, ¿no es así? Pues sabed que había otra oculta implicación en aquel caso que jamás llegaréis a conocer...

-Supongo que os referís a que el miserable rey don Felipe, sorprendido mientras salía de madrugada del palacio de doña Teresa de Subiza, prefirió acallar de manera definitiva al testigo -el fatalmente madrugador Villanueva- temiendo que si la celosísima reina se enteraba de su infidelidad la vida de su joven amante no valdría ni una moneda de cobre. No es así,  ¿mi señor de Licras?

-Pero...¿pero cómo habéis sabido que...?

-Porque lo he leído del propio puño y letra del rey en los documentos autentificados con su sello que le obligasteis a escribir y que muy sabiamente ibais guardando para, si llegaba el caso, poder defenderos de todos aquellos de los que habéis abusado desde vuestro puesto de procurador real. Sólo cometisteis un error: dárselos a guardar al prestamista Jucef ben Talión, que precisamente me debía un gran favor personal desde la última persecución contra los judíos acontecida en Pamplona...

En realidad cometisteis dos errores. Y el segundo fue ofreceros a solucionar el "problema" de don Felipe, echándole la culpa del crimen a dos humildes barberos, cuyas vidas pensasteis que no le importarían a  nadie. Ya veis, no sois tan listo como pensabais: yo estoy aquí, los documentos del rey que suponían vuestra coartada son ahora mismo ceniza en una estufa hebrea, y todos los testimonios contra vos que he ido recogiendo obran ya en poder de la reina Juana.

-¡Maldito y mil veces maldito seaís, Areta! ¡Os mataré!

-Calmaos. Así, así está mejor... Yo no quería, don Jacques. Pero claro, pensad que veníais hacía mí con un puñal en la mano, así que en realidad sois vos quien me ha obligado a daros este tremendo rodillazo en los cojones que ahora mismo os hace retorceros de dolor en el suelo.

Regodearos en ese dolor. Sentidlo. En cierto modo, disfrutadlo. Porque en cuanto llegue la ronda nocturna -a la que naturalmente avisé antes de venir a vuestra casa-, seréis detenido y arrojado a la mazmorra más lóbrega de la torre de la Galea, y allí esperareis un juicio más justo que el que vos proporcionabais a los pobres súbditos del rey. Con vuestra habitual conducta procesal, no creo que encontréis ni un solo testigo a vuestro favor, así que probablemente seréis condenado a ser arrastrado y ahorcado en el prado de Barañain.

¿Y sabéis lo que viene justo antes del ahorcamiento, verdad? Sí, habéis ordenado muchas ejecuciones como para no saberlo: se os cortará primero la lengua y después esos cojones que ahora tanto os duelen. Por eso os digo que lo disfrutéis mientras podáis, porque muy pronto dejareis de sentirlo para siempre.

No iréis a llorar ahora, ¿verdad? Pensad para consolaros que la Historia  os convertirá en el "santo" patrón de todos los corruptos y sobornados que en la administración de este desdichado reino se sucedan, pues sabéis  igual que yo que nunca faltará por acá un buen montón de sinvergüenzas que invoquen vuestro ejemplo.

Hasta que la gente honrada se canse...



En memoria y homenaje al gran actor Alfredo Landa Areta, y a su personaje en las películas "El crack I y II", dirigidas por José Luis Garci.

Y fue esta historia escrita en unos tiempos en los que abundan tanto los miembros de la misma y nefanda cofradía a la que perteneció el malvado Jacques de Licras, que en el prado de Barañain no se daría hoy abasto si se practicasen aún las entrañables costumbres legales del siglo XIV...

© Mikel Zuza Viniegra, 2013


Para quien quiera saber más sobre el beatífico Jacques de Licras...




lunes, 6 de mayo de 2013

OLIVETO

Garde, Roncal. 4 de mayo de 1468

Garde. Foto sacada de la web: http://www.cityguidesblog.com/el_valle_del_roncal_en_navarra

-Oye, majico, ¿por qué no te vas a dar la lata a otro lado, que estábamos muy tranquilos hasta que has aparecido?

-Este es mi pueblo, así que deberíais ser vosotros quienes os fueseis.

-Lo tienes todo, chaval: pesadico, respondón, soberbio...

-Eso dicen, sí.

-¿Y no tienes otra cosa que hacer?

-Hasta más tarde, no. Ya he llevado las ovejas al prado, y sólo he de volver a por ellas cuando caiga la noche. Así que mientras tanto puedo molestar a los viajeros todo lo que quiera.

-¿Y si te doy una patada en el culo que te mando hasta ese nogal recién plantado allá abajo, junto al río?


-¡Pero si estamos en la puerta de la iglesia!, me parece que muy lejos os queda el Gardalar. Además, algún otro lo ha intentado ya, pero se ha llevado buenos palos de mi vara. No creais que es muy distinto guiar corderos que hombres...

-¿Pero has visto el descaro de este crío? ¿Cuántos años tienes?

-Ocho, pero dicen que aparento diez. Pedrico me llamo, por más señas.

-¿Por qué no le das unos regalices para que nos deje en paz de una vez?

-Me los he dejado en el carro, y tampoco llevo una mísera moneda ahuyenta-cansos. ¡Espera, no recordaba que llevaba esto aún en el bolsillo!

-¿Y qué es eso?

-Algo que le gusta a cualquier destalentado en pantalones cortos. Verás...

-Pueden vuesas mercedes guardarse su dinero, que soy hijo de hidalgo y no falta en nuestra casa nunca ni buen pan recién horneado ni un trozo de jugoso queso...

-Te alabo el gusto, mocé, pero no es dinero ni comida lo que te ofrezco si sales escopeteado de aquí y nos dejas ver tu pueblo a nuestras anchas.

-Si lo hago será por la dama que os acompaña, que me parece bien guapa y dispuesta, pero si estuvierais sólo vos, os hubiera puesto yo en fuga, igual que con mis compañeros he hecho huir ya a unos cuantos maestros de escuela.

-Ya me lo imagino, ya, y no me parece nada bien que hagáis tal necedad con quien sólo pretende desasnaros, pero como tienes buen gusto para las damas y ya me estás hartando, voy a enseñarte yo algo que no habrás visto nunca, pues viene de la lejana China milenaria. ¿Sabes donde está el Catay?

-Y yo qué sé. Más allá de Isaba estará...

-¡Ay, si te oyese el gran Kan! Te haría picadillo y te convertiría en albondigones...

-Tampoco sé quién es el can ese que decís. Pero no creo que sea más grande que mi mastín. Que venga, que venga a por mí y veremos quien queda hecho albondigones...

-No se arredra el muchacho, ¿eh?

-¡No le des tú alas, encima! Claro, como te ha llamado guapa ya no te parece tan fastidioso. Pero venga, vamos a quitárnoslo de encima de una vez. ¿Sabes lo que es esto, arrapiezo?

-Unos canuticos parecen. Y les salen como hilos por uno de sus extremos...


-Esto, mozo ignorante, es el arma más poderosa que ha inventado el hombre desde los tiempos de la catapulta romana.

-¿Esto? Mucho más me fío yo de un buen cayado o de un afilado cuchillo...

-Pues te equivocas. ¿Ves esta bosta de vaca tan hermosa que tenemos aquí? Pues sí introducimos en ella uno de estos sofisticados instrumentos y le aplicamos fuego, mira qué ocurre...

-¡Mira que eres bobo, nos has puesto perdidos a todos con tu explosión!

-Perdona mujer, que no sabía yo que eran tan potentes. Se los requisé el otro día a mi sobrino para que dejase de tentar las gónadas con ellos y pensaba que eran tan flojos como los de cuando yo era crío. Pero ya le contaré yo un cuento en cuanto lo agarre... De todas maneras fíjate en Pedrico, se ha quedado boquiabierto. Si sabré yo que los petardos no fallan nunca con los de estas edades...

-Oiga, señor, ¿y pueden también estos cacharricos volar cosas menos blandas que el estiércol?

-Si pones una buena cantidad de pólvora debajo, no hay castillo, por mucha piedra berroqueña en la que esté construido, que se resista. Hala, tómalos y vete a buscar otros visitantes a quienes corromper. Si alguna vez llegas a alcanzar título de nobleza, creo que Conde de Cansalmas sin duda serás nombrado. ¿No te parece a ti también?

-¡Deja tranquilo al mocete! Míralo que contento se va con los petardos...

-Eso, eso: que se vaya bien lejos en buena hora. Y vos y yo, ¿dónde lo habíamos dej...?

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡BOOOOOOOOOUM!!!!!!!!


-¿Pero cómo ha podido ponerlos y encenderlos sin que nos diésemos cuenta? ¡Menudo susto nos ha dado!

-Será que ha nacido este buen Pedrico de Garde para rey de los artilleros. Míralo cómo se ríe allá lejos...

-¡Me cago en tu padre, chaval!

-¡Hidalgo es, ya os lo dije antes!

-¡Muetico, nunca te fíes de Fernando el Católico!

-¿Y eso? ¿Qué dices?

-No sé. Un momento de clarividencia ha debido ser...

-Pues podía darte lo mismo para acertar siempre las apuestas en los torneos, maja...

-A los que luchan a la vera del río Sadar ya les acierto siempre el resultado: derrota segura.

-¡Es que para eso no hacen falta poderes hechiceriles, que con padecer su desdichado juego una vez tras otra basta! Algo mejor nos iría si el condottiero que los manda tuviese la rasmia de este Pedrico de Garde y no el desvahido txakolí vizcaíno que parece correr por sus venas. En fin, que le den por riáu a ese pequeño demonio y vamos al Erdialde a adecentarnos un poco, que talmente parece que hemos salido de un atroje de fiemo...


Y ya casi de anochecida, cuando abandonan Garde a los sones de la marcha "Portsmouth", un aire marcial y pinturero muy bien compuesto por don Mikel de Landazarra, vuelve al pueblo con sus ovejas el rocoso infante, que les saluda llevando su mano derecha a la sien, como si fuese un general, y aquel rebaño su ejército.


Y no dudan los dos viajeros que llegará aquel crío tan lejos en esos menesteres guerreros, como enorme se hará el nogal plantado junto al Gardalar. Y que se hará tan famoso aquél movidísimo mocete que hasta acabará dando nombre a la avenida donde paraban antiguamente las diligencias en Pamplona...

D. Pedro Navarro, Conde de Oliveto.
Estatua esculpida por Fructuoso Orduna en Garde.
© Mikel Zuza Viniegra, 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

ZIRIKIANDO

Uxue. Primavera del año 1376.

Foto sacada de la web: http://pastasurrutia.blogspot.com

No hay mejor sitio para ver la llegada de los peregrinos que aquel, pues quitando al viejo rey, que parece meditar allá al lado, en su trono, es el pequeño Petruquet quien, escondido bajo la mesa que sirve de altar a la virgen, puede observar en primera fila como todos van acercándose a besar los pies de Santa María de Uxue.

Y es que ser hijo del sacristán que cuida del santuario tiene estos privilegios, que lo mismo le sirven para burlar las pesadas salmodias de los oficiantes, que la rígida vigilancia de la escolta real, siempre atenta para custodiar a don Carlos II.

Así que Petruquet se vale de su conocimiento de cada pasadizo, de cada torre y de cada bóveda para alcanzar siempre los mejores sitios, aunque reconoce que nunca ha estado en lugar tan honorable como el de hoy, oculto tras los cortinajes de gala, justo entre Nuestra Señora y el rey de Navarra. Pero la ocasión sin duda lo merece, porque se celebra la romería mayor, aquella que congrega a los habitantes de todas las poblaciones importantes de la zona.

Y desde su excepcional atalaya -con un poco de miedo a que su padre lo descubra, eso sí- va contemplando Petruquet como se aproximan a ofrecer a su patrona todo lo que buenamente pueden. Y aunque muchos de ellos van entunicados y con su rostro totalmente cubierto, el niño apuesta consigo mismo a que acierta de dónde proviene cada uno. Los que llevan en sus manos pan blanco de excelente trigo son de Tafalla, seguro. Y los que traen brillantes redomas de exquisito vino tinto, vienen indudablemente de San Martín de Unx. Los que traen panales y dulce miel serán los de Beire. Los que traen relucientes madrillas pescadas en la balsa de Sabasán, de Pitillas y Santacara. Y estos otros que traen espárragos fritos vienen de Murillo el Fruto, y más que para la virgen los traen para don Carlos, que una vez los comió así condimentados en el nobilísimo hostal Txapi-Txuri, y desde entonces mucho le gusta repetir este plato.

Foto de Andiaga. Sacada de la web: http://www.pueblos-espana.org/navarra/navarra/ujue/303430/ 

Pero aquel otro peregrino encapuchado que se acerca no hay forma de saber de dónde viene, pues sus manos están vacías, y aún así no se detiene. Y cuando ya está casi frente al rey, ve Petruquet que saca de su escarcela una daga de reluciente acero. Y sólo él ha podido verla, pues muy bien la oculta entre los pliegues de su túnica, hasta que la levanta repentinamente presto a descargarla sobre el inerme soberano.

Y del puro susto se levanta también el niño que, golpeando con su cabeza el tablero bajo el que se esconde, hace tambalearse de tal modo la imagen de Santa María, que la hace caer sobre don Carlos en el preciso momento en el que el puñal del misterioso peregrino buscaba el corazón del rey, aunque lo único que encuentra es la dura madera de aliso en la que está tallada la virgen de Uxue.

Y rápidamente se le echan encima todos los miembros de la guardia para reducirlo. Y la daga aún se cimbrea clavada en la estatua, pero don Carlos, que la tiene en brazos, sólo tiene ojos para el rostro de Santa María, que lo mira con el mismo gesto de dulzura y comprensión con que cualquier madre mira a su hijo, aunque -con poco fundamento- vengan a decirle que ha sido siempre éste muy, pero que muy Malo...

Y el pomo del puñal delata la procedencia del frustrado asesino, pues en él campean orgullosas las flores de lis, con lo que todos llegan a la acertada conclusión de que es el maldito Carlos V de Francia quien ha enviado a aquel esbirro para acabar con la vida de su archienemigo el rey de Navarra. Y lleva al cuello aquel criminal una medalla de la virgen de Rocamador, que es santuario muy famoso al otro lado de los Pirineos.

Pero de poco le ha valido, que aunque ahora haya teólogos en Roma y en Avignon que defiendan que todas son la misma, no hace falta ser muy ducho en doctrina cristiana para discernir que no hay virgen en todo el orbe más poderosa que la de Uxue. Más incluso que Notre Dame de París. Y eso lo conocen perfectamente todos los allá congregados, y también el que esto escribe, sin necesidad además de haber pasado años estudiando en seminarios y facultades para saberlo...

Y como ha quedado la talla de Santa María un tanto maltrecha por su providencial intervención, promete don Carlos cubrirla de plata, y ornar su trono con la medalla y el escudo del traicionero rey que portaba el bandido que quiso acabar con su vida. Y también hará incluir las armas de Navarra, y ya que le debe el suyo propio -y un caballero debe cumplir siempre su palabra-, jura igualmente que dejará su corazón junto a su benefactora para que la acompañe desde el mismo momento de su muerte y hasta el día del Juicio Final .

Y por supuesto no olvida tampoco al buen Petruquet, al que nombra en aquel mismo momento capitán honorario de su escolta y alcalde perpetuo de la villa de Uxue, aunque ésto para cuando alcance la mayoría de edad. Y escribe para el niño de su propio puño y letra un salvoconducto sellado con su sello regio, permitíendole acceder cuando guste a todos los rincones del santuario, sin que ningún engreído prior se atreva a importunarle jamás, bajo pena muy severa de destierro.

Y como habrá quien dude de la veracidad de lo recién contado, sean mis testigos Santa María de Uxue, el corazón del rey don Carlos II de Navarra y hasta el espíritu de Petruquet, que anda todavía por allá, guardando aquellos maravillosos lugares...

© Mikel Zuza Viniegra, 2013

La foto de los escudos y la medalla es de Mikel Burgui en su blog: http://ujue-uxue.blogspot.com.es/2011/03/ujue-en-el-camino-de-santiago.html