jueves, 25 de junio de 2015

CAMINATA

Catedral de Pamplona, 24 de junio de 1415

-Que dice que no viene, majestad.

-¿Quién decís que no viene, obispo don Sancho?

-El maestro imaginero que contratasteis en Paris para que pintase las bóvedas de nuestro suntuoso templo.

-Pero si ayer mismo envió un mensaje desde Larrasoaña para decirme que llegaba hoy...

-Pues ahora acaba de enviar este otro desde Burlada para advertiros de que no lo esperéis ya, que ha comprendido entre Villava y la Magdalena que no hay catedral que pueda compararse con un par de chopos cubiertos de hiedra y unos cerezos cuajados de fruto.


¡Y ved si será necio este maestro, don Carlos! ¿Pues no hago yo ese mismo camino todos los días y nunca he reparado en nada de eso que dice? Los árboles son sólo árboles: buenos para hacer con ellos bancos de iglesia en verano, y para calentarnos en invierno mientras arden en el hogar. 

-Vos sois el necio, señor obispo, porque se ve bien claro que el maestro ha debido convertirse en ese breve trayecto en aplicado alumno, pues ha entendido que no hay edificio humano que pueda competir en gracia y colorido con el rojo de las cerezas o unos ojos que de puro verdes parecen cubiertos también de hiedra...


Y esta historia no necesita más espacio para ser contada, porque la vista se cansa de leer en estos armatostes luminosos y electrónicos que no existían en el siglo XV, y porque -sobre todo- las cosas que merecen la pena pueden escribirse perfectamente en el beso de una cereza.
Perdón, quise decir en el hueso...







© Mikel Zuza Viniegra, 2015

martes, 23 de junio de 2015

PRIMITIVOS FLAMENCOS


Palacio de Olite, 23 de junio de 1450
 



-Pero señor, no es justo: no podéis pedirme que os abandone precisamente ahora, cuando más necesitáis el apoyo de los pocos que no se han pasado a las filas de vuestro padre.

-Al contrario, Gabriel, ahora es cuando más urgente resulta que salgas de mi reino...

-Haced memoria, don Carlos, os lo ruego. Os he visto gatear por a la sombra de los arcos de la galería, fabriqué todos los juguetes de vuestra infancia tal y como me pidió vuestra madre la reina doña Blanca -y nadie que lo viese ha podido olvidar el dragón que os construí en Tudela-. Pinté vuestras armas en las gualdrapas del primer caballo que montasteis, decoré la iglesia de santa María para vuestra boda, ¿y todavía queréis que me aleje de vos? Pero si sois como un hijo para mí...





-No, Gabriel: soy príncipe de Viana, heredero legítimo de los estados de Navarra y de Nemours. Y pensando en el bienestar de tu verdadero hijo, ese que ya abulta el vientre de tu mujer, es por lo que te pido que vuelvas a la tierra de tu padre, allá en el lejano ducado de Brabante. Todavía guardo buena relación con mi antiguo cuñado, el duque de Cleves, y tengo preparada una carta de recomendación para que no te falte trabajo en su corte. Estoy seguro de que tu trabajo le complacerá tanto como le gustó siempre a mi esposa Agnes. Pero ahora ella está muerta, y quizás no tarde yo demasiado tiempo en ir a hacerle compañía...

-No digáis, eso, por favor. Además, soy tan navarro como vos. Mi padre llegó aquí hace cincuenta años conmigo en brazos, y aquí se casó de nuevo con María de Maquirriain, que me trató siempre como si fuera su verdadero hijo. Mi propia esposa es tudelana ¿Qué se me ha perdido a mí en los Países Bajos? Ni siquiera dominaría su idioma si no hubiese tenido que emplearlo frecuentemente para traducir las demandas de todos los artistas y maestros de aquellas tierras que vinieron para construir este fabuloso palacio. Os confieso que sólo por presumir mantuve mi apellido en esa enrevesada lengua flamenca ¡No me expulséis de Navarra, por favor!

Gabriel del bosch pintor

-No lo entiendes, Gabriel: la Navarra que tú y yo conocimos está a punto de dejar de existir. Si no venzo a mi padre en la guerra que está por comenzar, él se encargará de borrar -con la furia que emplea siempre con quien no se le somete- cualquier vestigio de paz o de belleza que quede en el reino que refundó mi abuelo Carlos III. Un artista tan excelso como tú no tiene ya sitio aquí, igual que no lo tendrá muy probablemente un príncipe preparado para gobernar con justicia como yo.

-¡Pero puedo construiros ingenios guerreros como no hayan visto jamás!

-Sé que podrías. Pero desafortunadamente el tiempo de los juegos terminó. Ojalá tuviera yo que enfrentarme a un dragón como aquél que me construistes y no a un monstruo de carne y hueso como mi padre. Y me temo que los hombres salvajes que lo acompañan no son tampoco como aquellos peludos que dibujabas para mí cuando era un niño... 



No puedo salvar a todos mis amigos de esta locura que se avecina, pero al menos a ti sí que te he de otorgar mi último salvoconducto. No tengo derecho a permitir que tu arte muera conmigo. Si no otro, este ha de ser mi ultimo mandato en el trono que planean usurparme. Lo juro.



-Permitidme insistir, querido príncipe, y dejadme recordaros de nuevo que mi padre, Thierry de Bolduque, fue llamado por vuestros abuelos don Carlos y doña Leonor para que instalase en el portal del Chapitel el primer reloj de torre que se había de conocer en este reino. Yo mismo le sustituí, cuando sus cansadas piernas ya no le permitían subir tanto escalón, en el trabajo de dar cuerda cada día a su mecanismo. 
 


Cuando crecí y alcancé destreza manifiesta en el arte de la pintura y la escultura -formado en el ejemplo de tanto artesano de primer nivel como se concentró en aquellos años en Olite- decoré esa misma torre con una figura de San Jorge idéntica a la que se veneraba en la capilla del castillo, y que vuestra bendita madre y vos mismo me encargasteis. 




Sé por tanto que os inspirasteis en la historia de vuestro tío-abuelo el valeroso infante Luis, que según antiguas crónicas mató a un feroz endriago que atemorizaba aquel remoto país de Albania, que por derecho de sangre le pertenecía. Pues yo también quiero seguir su estela: dejad que, si no con el pincel, os sirva ahora con la espada en la mano...

Torre del Chapitel de Olite o Portalico del reloj hacia 1445



-Mi buen Gabriel... Tu maravillosa fantasía ha alimentado también la mía todos estos años, y algunos de los momentos más felices de mi vida a ti te los debo. Por eso siento que te debo también la posibilidad de seguir desempeñando tu noble oficio allí donde lo valoren tanto como lo he disfrutado yo. Piensa que en realidad no abandonas Navarra, que sólo te llevas lejos lo mejor de ella para que pueda sobrevivir su recuerdo en la memoria de los hombres. Te ruego que prepares inmediatamente tus enseres y los de tu familia, que no sé cuanto tiempo más podré sujetar ya a mis partidarios para que no respondan a las provocaciones de los de mi padre...

-Es la única orden salida de vuestros labios que jamás hubiese querido acatar, don Carlos....

Firma autógrafa de Gabriel del Bosch


-Un último favor, Gabriel. Cuando nazca tu hijo -allá en la industriosa ciudad de Bolduque-,  recuérdale siempre que fue engendrado en Navarra. Háblale de que viviste en un reino que no tenía igual en toda la Cristiandad, pues vivía en paz cultivando todas las artes mientras el resto de las naciones sufrían bajo el látigo de la guerra. Si los hados le son propicios, incluso puede que él disponga en el futuro de tanta imaginación y creatividad como tú; porque si llega a tener aún más, será siempre ensalzado por todos los amantes del arte que vivan en los siglos venideros. No tengo ninguna duda de ello...

ADDENDA

Jheronimus Bosch, llamado Jeroen van Aeken o Van Aken, y conocido como El Bosco o Hieronymus Bosch (Bolduque h. 1450 - enterrado en Bolduque el 9 de de agosto de 1516), fue un pintor neerlandés.

Jeroen van Aken nació probablemente alrededor de 1450, quizá el 2 de octubre, y muy probablemente en la ciudad flamenca de 's-Hergogenbosch, más habitualmente llamada Den Bosch, y en español, Bolduque, capital septentrional del entonces ducado de Brabante, actualmente integrado en los Paises Bajos...




Relieve procedente de la capilla de San Jorge, en el
palacio real de Olite

Atribuido a Gabriel del Bosch (c. 1442)
Hallado en las excavaciones de 1870 por Juan Iturralde y Suit

y restaurado por Capitolina Bustince
Colección particular

© Mikel Zuza Viniegra, 2015




jueves, 4 de junio de 2015

CAUSA PERDIDA


Aunque he dejado para el final anunciarlo en esta, mi propia casa, lo cierto es que he escrito una novela.

Y qué voy a decir yo, pues que tiene de todo: imaginación, misterio, historia real, historia inventada, reivindicación del país que pudo ser y no fue, libros impresos realmente, libros jamás antes vistos, reyes muy malos, reyes muy buenos, esbirros obedientes, derrotados fieles a la causa, lugares que una vez existieron, espadas que merecerían haber sido forjadas, monedas que quizás se acuñaron, fórmulas mágicas, rituales olvidados, y al fondo del todo, los sueños y afinidades de un servidor de todos ustedes. 

Y desde este viernes, gracias a los amigos de Pamiela, vuela ya sola. 

Que le vaya muy bien... 












Y para abrir boca, quien quiera sentirse rey de Navarra el día de su coronación puede escuchar esto: 




© Mikel Zuza Viniegra, 2015



martes, 2 de junio de 2015

VERGÜENZA PROPIA


Tomando una caña la otra tarde con el grupo de talentosos escritores formado por Carlos Bassas, Carlos Erice, Jon Arretxe, Aitor Iragi, Patxi Irurzun, Miguel Izu y Alejandro Pedregosa, salió en la conversación el atractivo literario y cinematográfico que tienen unas fiestas tan delirantes en sí mismas como son las de San Fermín.

Ya les dije que lo más delirante que había visto nunca sobre este tema era la visita de un destacamento de soldados alemanes a los Sanfermines del año 1940, un asunto que ya apareció  en mi blog cuando escribí en diez capítulos las imaginadas andanzas en busca del grial cátaro de otros dos escritores navarros de aquella época: Angel María Pascual y Gabriel de Biurrun.

Pero desafortunadamente la estancia de los alemanes en Pamplona no tiene nada de imaginario, y aunque sea una historia que ha pasado desapercibida, o que directamente da mucho palo recordar -y con razón-, no me resisto a recuperar las portadas de los periódicos que recopilé para aquellos citados "Barruntos".


Al parecer, según lo que atestiguan los periódicos locales Diario de Navarra y Arriba España, dicha indeseable visita -al menos desde nuestra perspectiva contemporánea, porque desde la suya, como veremos, no se les pudo hacer más la pelota- se produjo el día 7 de julio de 1940, que aquel año cayó en domingo. Como los lunes sólo se publicaba la Hoja del Lunes, las noticias hay que buscarlas en las portadas del martes, 9 de julio.

En el Diario de Navarra se publica una foto del "jefe militar de los alemanes que nos han visitado", saludando al torero Curro Caro, que le brindó un toro en la corrida del día 7:


En esa misma portada, se publica también una foto de Galle de un montón que se produjo en el callejón de la plaza de toros en el encierro del día 7. El pie de foto no puede ser más chocante en un contexto de guerra total como estaba sufriendo Europa:

"He aquí el segundo más impresionante y tremendo de los tres minutos de nuestros encierros. Galle ha sabido recogerlo con un acierto realista que, en verdad, es para hacer buena la frase de los alemanes: "¡Esto es más difícil que coger tanques!"

Sin embargo para saber qué más hicieron los teutones en nuestra ciudad, hay que consultar la portada de ese mismo día 9 de julio del periódico falangista "Arriba España", que se publicaba en la calle Zapatería, en los talleres confiscados en 1936 al periódico nacionalista "La Voz de Navarra". Es difícil escoger -entre tanta chaladura como destila ese artículo- la más amajaronada, así que os lo voy a copiar entero, no sin cierto escalofrío ante semejante muestra de ceguera política:


SOLDADOS ALEMANES EN SAN FERMÍN

A media mañana de este San Fermín de lloviznas, soldados alemanes empezaron a surcar la "olada". Eran los mismos -altos, silenciosos, rubios- que los noticiarios y las fotografías nos han situado en Praga, en Varsovia, en La Haya, en Bruselas, en París, en Hendaya. Para trescientos de ellos esa marcha triunfal se ha interrumpido antes del ímpetu definitivo, con un insospechado paréntesis: las fiestas de San Fermín. Aquellas ciudades de una Europa verde los veían pasar por derecho de conquista, Pamplona, entre el oro de las mieses segadas, los acogía por derecho de hermandad. La ciudad les había invitado a participar en su fiesta, porque en su dolor, en los aciagos días de la guerra, los legionarios alemanes pusieron su esfuerzo para que esas fiestas fuesen algún día posibles. Para que fuese posible una gran fiesta de triunfo en Europa.

Otra vez Pamplona oía en sus calles el paso de los soldados alemanes, desde los días imperiales cuando pasaban los tercios de Carlos de Gante, los cortejos de Neoburgo, los regimientos de Reales Guardias. Y otra vez se sentía en el aire fresco y transparente de viejo grabado, que volvían los días de una empresa común de unidad, de conquista y de destino. Hace pocos años hubiera parecido imposible que en su mañana festiva la imagen morena, plata y malva de San Fermín bendijera a grupos de soldados verde gris, venidos desde aquel Amiens que él condujo al seno de la Cristiandad.

La ciudad les había llamado en el día más grande y alegre de su calendario familiar. Quería honrar a los héroes de la tierra amiga con la sencillez entrañable y cordial de los que hace tres años empezaron la salvación de Europa para los que ahora la están felizmente coronando. Mientras el Ayuntamiento obsequiaba a los jefes con un vino de honor, a los soldados les rodeaba en la calle la más viva y exaltada simpatía. Sobre los autos grises, avezados a la guerra, racimos de mozos ofrecían a los alemanes, sonrientes y llenos de estupor, el vino caliente y bravo de nuestra tierra. Más allá, al son de las gaitas, mozos con el gorro militar alemán y soldados alemanes con las boinas, los sombreros de paja y los rojos pañuelos al cuello, bailaban la jota más frenética y bulliciosa. Durante un día, sajones, prusianos, bávaros y turingios fueron pamploneses de corazón. El cariño es capaz de estos imposibles.

Donde culminó el homenaje fue en la plaza. Mientras Curro Caro les brindaba su mejor toro, todos los espectadores, en pie, les ovacionaron largo rato. Sonaban el himno nacional y el "Deutschland Über Alles", y todo se puso a tono: el sol y la lidia, los corazones y el entusiasmo.


El pie de la foto que acompaña al artículo dice: "Jefes alemanes presenciando la procesión de San Fermín, acompañados de autoridades y personalidades".



¿Puede haber algo más surrealista que imaginarse ahora a toda la plaza de toros de Iruña puesta en pie cantando brazo en alto el himno español y el alemán? Y sin embargo el ABC de ese mismo día 9 confirma la versión del periodista -o lo que fuese semejante elemento- pamplonés: 

Y luego tendrán la jeta de decir que los
Sanfermines de ahora están politizados...

Por cierto: quien quiera averiguar cómo se llamaba ese comandante de la Wermacht que se cuadra ante el torero Curro Caro en la foto de Diario de Navarra, puede ahorrarse el esfuerzo de acudir al Archivo Municipal. No se conserva allí ninguna prueba de esa visita, ni la más que probable firma en el libro de honor de la ciudad (teniendo en cuenta sobre todo que se obsequió a los jefes con un vino de honor en la Casa Consistorial). Algún "espabilao" debió decidir (en algún momento posterior a 1945, cuando ya se sabía que los nazis no volverían a bailar nunca más la "jota frenética"), expurgar cualquier testimonio de tan incómodos -entonces, con la guerra ya perdida- amigos de juerga. 

Lo único que el mentado espabilao (fuese quien fuese) no hizo desaparecer fueron los periódicos del día 9 de julio de 1940, que conforman la colección hemerográfica municipal. Y eso es lo único que nos permite también hoy en día sonrojarnos hasta las orejas con esta lamentable muestra de lameculismo, que desgraciadamente no termina aquí... 

Y digo que no se acaba aquí porque unos meses más tarde, el sábado 19 de octubre, Heinrich Himmler -al que los periódicos denominan asepticamente "Jefe de la policía alemana", cruzó la frontera de Irún de camino a Madrid. Y en ese camino paró en Alsasua, donde según el Diario de Navarra del día siguiente, le estaba esperando el Gobernador Civil, don Francisco Jordán de Urriés, que aprovechó para presentarle al resto de autoridades que también se habían acercado a la villa ferroviaria con intención de agasajarle. Según el periodista, "el señor Himmler departió amablemente con todos, almorzó en Alsasua con el señor Gobernador Civil, y siguió su viaje hacia Madrid. El diputado foral, señor Sanz Orrio acudió a Alsasua a cumplimentar, en nombre de la Corporación, al excelentísimo señor Himmler, Jefe de la policía del Reich."

El martes 22 de octubre, el Diario de Navarra publica la foto de la vergüenza: 


Aunque no me resisto a mostraros también la que sin duda debe ser la fotografía más delirante de toda la Segunda Guerra Mundial, porque resulta que ya en Madrid, a Himmler y a sus secuaces los llevaron también a ver una corrida de toros, y la imagen de las SS rodeando al torero no puede ser desde luego más lisérgica: 



Pero no perdamos de vista por ello que el tema que estoy tratando no tiene ni puta gracia. Y para demostrarlo bastará con decir que el principal lugarteniente de Himmler en este viaje, fue Karl Gebhardt, doctor y cirujano consultor de las SS con el grado de Brigadeführer y Teniente General de las Waffen SS, que fue además su médico personal y promotor poco más tarde de aberrantes experimentos médicos con prisioneros de los campos de concentración de Ravensbrück y Auschwitz, donde "compartió experiencias" con el ángel de la muerte: el siniestro doctor Josef Mengele. Por esos crímenes contra la humanidad fue juzgado y condenado en los Juicios de Nuremberg, siendo ahorcado en junio de 1948. 


A tiparracos como este cumplimentaron las "autoridades navarras" aquel lamentable 19 de octubre en Alsasua, o invitaron a un "vino de honor" el 7 de julio de 1940 en Pamplona. 

No, no es nada extraño por tanto que los implicados quisieran hacer desaparecer las pruebas de semejante y bochornoso servilismo. Y ahora que una presidenta derrotada y completamente pasada de rosca quiere hacernos creer que estamos a las puertas de la Alemania hitleriana, es cuando más necesario resulta recordar gracias a quiénes precisamente Navarra sí que estuvo realmente no a las puertas, sino metida hasta el cuello en aquella locura....



Aunque, naturalmente, yo siempre con Indiana Jones: 


Nazis: i hate these guys


© Mikel Zuza Viniegra, 2015