-Ved, mi
señor don Carlos II, que lo que hemos descubierto resulta extremadamente grave…
-Sí,
claro que es grave saber que mi archienemigo, Carlos V de Francia, está
construyendo gran número de ferrerías en nuestra frontera norte, y que lo mismo
están haciendo los ingleses a muy pocas leguas. Tendremos que hacer nosotros lo
mismo.
-Pero
Majestad, de lo que llevamos más de tres horas intentando convenceros es de que
hagáis justamente lo contrario. Si hacéis lo mismo que ellos, el mal del que os
hablamos se extenderá sin control…
-¿Pero
qué mal hay en el progreso industrial? ¿Y en el chocar de las espadas? Os digo
que no hay nada mejor que una buena guerra para dinamizar nuestra maltrecha
economía.
-Hay
informes que dicen que la gran pestilencia se extendió precisamente gracias al
humo negro de tanta ferrería, que a ratos llegó a ocultar al mismo sol. Si se
siguen construyendo a este ritmo infernal, los árboles acabarán desapareciendo,
y sin árboles todo vuestro reino se convertirá en un desierto.
-Los
árboles son necesarios, claro que sí, pero para alimentar los hornos de los que
saldrán las espadas recién forjadas con las que conquistaré Francia algún día. Además,
¿qué pruebas tenéis de eso que decís sobre que cada año el verano es más cálido?
-Ved
que nuestro abuelo, el primero al servicio de vuestra augusta dinastía, ya
recogía datos que confirman que la nieve de las cumbres cada año se derrite
antes, y que el agua recogida en las represas se evapora cada vez más rápido y
baja más negra y sucia de las montañas. Comparando sus anotaciones con las
nuestras, podemos confirmar que en los últimos ochenta años se ha producido un recalentamiento
que el humo de todas esas ferrerías no hace sino aumentar exponencialmente. De
ahí la importancia de que vos no hagáis lo mismo.
-Pero
esta sugerencia vuestra de que construya miles de molinos enormes en la
frontera para que sus aspas se lleven los malos humos hacia el interior de
Francia y de Aquitania detraería las cantidades que ahora dedicamos a la guerra.
Y no es cosa de que se nos rían nuestros enemigos. ¿A qué iluminado se le ha
podido ocurrir semejante solución? Al maestro de ingenios Sagastibelza, como si
lo viera…
-Pero
es que además dice que podría usarse también la fuerza de esas aspas para no
tener que emplear tanto carbón vegetal para cocinar y calentar las casas. Y con
ello se reducirían aún más los malos humos. Mas renovados, imposible…
¡Lo que
tiene que hacer es ponerse a diseñar catapultas y bombardas, y dejarse de árboles
y aire puro, del que ya disfrutaremos todos en el Paraiso, cuando muramos! Bueno,
todos, lo que se dice todos, desde luego que no. ¡Porque os digo que allí no irán
jamás ni Carlos V de Francia, ni Enrique II de Castilla, ni Eduardo III de
Inglaterra, ni el maldito DuGüesclin, ni el traidor Arellano, ni…!
-Nada,
que con este rey no tenemos nada que hacer, ya ha entrado en bucle con su lista
de enemigos, como de costumbre, y como tiene tantos no acabará hasta
pasadomañana…
-Es que
está mayor, no parece comprender la gravedad de lo que le decimos. Pero mirad:
¡el príncipe heredero nos llama para que le sigamos fuera del salón de
audiencias.
-He
escuchado con mucho interés lo que contabais a mi padre, y quiero que sepáis
que, cuando yo sea Carlos III, estoy plenamente dispuesto a que las ferrerías sólo
fabriquen poleas, andamios y grúas para construir palacios bien hermosos. Detesto
la guerra y los cañones.
-Pero
Alteza, si mantenéis el plan de ferrerías de vuestro padre, y no adoptáis el de
molinos que hemos propuesto, el problema del humo seguirá incrementándose, y vuestro
reino se deforestará igual.
-No sé…
Habrá que estudiarlo en una gran reunión de todos los líderes mundiales, que
establezca a su vez un gran número de comisiones y subcomisiones donde tratar
las distintas problemáticas que afectan a cada país. Quizás Navarra hasta pudiera
presentar en alguna de ellas ese plan de los mega-molinos que decís. Quedaríamos
estupendamente bien presentándonos como una “potencia verde”, ¿no os parece?
-No sé,
alteza, creo que fue Carlomagno quien dijo que si quieres solucionar algo,
nombres a un encargado, y si quieres que nunca se arregle nada, nombres a una
comisión…
-¿Carlomagno
dijo eso? Me extraña, porque precisamente yo soy descendiente “en recta lignea”
suyo, y no me acuerdo de habérselo leído nunca. Además, primero se empieza
pidiendo aire puro, y luego se acaba por pedir que se prohiban la caza, los
matatoros y tener leones en casa, como mi queridísimo Marzot, que se pega la gran vida en Olite...
-Buena
cosa sería esa también, Alteza, que hay personas que, de tal, sólo tienen el nombre, y son mucho más brutas que cualquier animal. Y pienso que Marzot estaría mucho mejor en Africa que bajo la morera.
-¿Vosotros
creéis? No se yo… Habrá que organizar una comisión de expertos que decida qué
es lo mejor. Y me temo que para cuando dicte sentencia, probablemente ni vosotros
ni yo estaremos ya en este mundo. Así que, ¿por qué preocuparse? Que lo
solucione mi nieto, que seguro que se llamará también Carlos.
-Lo
malo es si para entonces seguirá habiendo mundo que salvar…
© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017