lunes, 7 de noviembre de 2011

PETICIONES DEL OYENTE



Palacios de Viguria, Guesalaz, noviembre del año 824

-Todos te esperan al otro lado de la sierra, junto a San Pedro de Alsasua, para proclamarte rey, García.

-No. Esperan al vástago de Ximeno, señor de Abarzuza, y tú también cumples ese requisito, Eneko.

-Pero nuestro padre luchó tenazmente para aunar las voluntades de todos los jauntxos...

-Sí, y ahora está muerto. Los moros sabían que era el promotor de la sublevación de todos estos territorios, así que le emboscaron sin darle tiempo ni a sacar su espada de la vaina y pusieron su cabeza sobre una pica en el camino de Pamplona.

-¡Pero el pacto ya estaba sellado! Hasta han hecho grabar tu nombre en una estela para conmemorar tu alzamiento sobre el pavés.

-Tú pesas menos que yo, Eneko. Les resultará más liviano levantarte. En cuanto a la estela, quien la lea en el futuro, si es que dura muchos siglos, podrá pensar que fui yo, García Ximénez, y no tú, Eneko Ximénez, el coronado. Y así nuestro padre podrá al fin descansar en paz viendo cumplidos sus desiginos...



-No bromees, García. Sabes que yo apenas he entrado en batalla, y en cambio tú cuentas con varias victorias en tu haber.

-¿Victorias? Exageras, hermano: apenas fueron retiradas estratégicas. No podemos oponer más que unos cientos de lanzas frente a los bien entrenados ejércitos musulmanes. Pero sí que es cierto que cuando me he visto obligado a ello, he desbaratado un buen montón de turbantes. Y a ti tampoco se te da mal hacerlo, aunque ahora pretendas alegar tu inexperiencia...

-¿Y qué les diré cuándo me pregunten el porqué de tu renuncia, García?

-Les dirás que un rey no tiene por qué tratar cuestiones familiares con nadie.
Los motivos sólo tú, ella y yo los sabemos, y es mejor que sea así. Que cronistas que nunca han salido de sus monasterios especulen con ellos cuando escriban sobre tu vida, Eneko, a ella y a mí ya no nos importará.

-¿Y no crees que te acabarás arrepintiendo de renunciar a una corona por una mujer, por mucho que hayáis crecido juntos?

-Hay mujeres que en sí mismas son un reino por conquistar, Eneko. La noble y hermosa María de Senosiain es una de ellas. Y no es un empeño fácil, porque hay que hacerlo día a día, pero ahí está también la gracia del asunto. Si yo aceptase ahora el trono de Pamplona tendría que renunciar a ella, porque la política me obligaría a casarme con una infanta asturiana o aragonesa, que no sabrá nunca que hay catorce tonos de verde diferentes en la subida a Urbasa, ni habrá probado el vino que dan las cepas de Lakar, ni disfrutarán jamás del áspero acento con el que los frailes de Iranzu cantan las antífonas. Esta es nuestra tierra, de María y mía, y no ambicionamos ninguna otra. Eso queda para ti, y ciertamente no envidio tu destino, hermano...

-Habrías sido un gran rey, García Ximénez. Yo nunca tendré las cosas tan claras como tú...

-Al contrario, Eneko. Partes con la ventaja de tu apodo. Nada hay más triste que un rey al que todos conocen por "el gordo", "el malo" o "el doliente". Pero a ti todos te llaman "Aritza", la fama de su fortaleza siempre precederá tus pasos.

-Sí, los mismos que a partir de ahora me llevarán lejos de estos palacios viejos de Viguria donde tú y yo nos hemos críado. El primer documento de mi cartulario será para confirmarte su posesión perpetua, García.

-Y esta será siempre tu casa, Eneko.
La casa natal de nuestro primer rey...



© Mikel Zuza Viniegra, 2011