martes, 13 de noviembre de 2018

9º ARTE

Castillo de Monreal, 13 de noviembre de 1358



-Majestad, el enviado del Príncipe Negro de Inglaterra ha llegado. 

-Hacedlo entrar cuanto antes, ¿cómo habéis dicho que se llama?

-Stan Lee, mi señor. 

-¡Mirad que tienen nombres ridículos estos ingleses! Si no fuera porque los necesito para alcanzar el trono de Francia, no querría tratar con ellos ni en pintura. Pero silencio, que ya entra en el salón...

-¡Mesire Charles de Navarra, qué alegría me da conoceros al fin!

-¿Habéis oído hablar de mí, mister Lee? Espero que algo bueno...

-¡Por supuesto, Majestad! ¿Quién se atrevería a hablar mal del rey Carlos de Navarra, presunto heredero también de la corona de Francia?

-¿Presunto? Mal empezáis, mister Lee.

-Recordad que me debo a mi señor, el príncipe Eduardo de Inglaterra, también llamado Black Prince, también llamado Son of Storm, también llamado...

-¡Conozco bien sus apodos, que bien que paga a sus heraldos para que los repitan sin cesar por toda Aquitania, no hace falta que me los repitáis! ¿Qué es lo que quiere ahora mi primo Eduardo?

-Quiere ofreceros la ayuda de varios mercenarios que implementarán vuestras capacidades bélicas en la guerra contra el rey francés, mi señor.

-¿Implementar? Jamás había oído esa palabra... ¿Es acaso  alguna estrategia de mercado inglesa para que el resto de los mortales no entendamos nada?

-Nada de eso, Majestad. Tan solo os hablo de un Cluster de héroes que buscan sinergias para, combinando sus poderes, alcanzar un resultado óptimo. 

-Pues me quedo igual, no entiendo nada de lo que decís... ¿Me tomáis por tonto acaso? Porque tengo mucho sitio en mis mazmorras para los que lo hacen...

-Nada de eso, mi señor. Os lo explicaré mediante dibujos, para que no haya duda de qué o de quiénes os estoy hablando. Aquí tenéis el primero de la fantástica lista de colaboradores que os ofrece el príncipe de Inglaterra. Ved su preciosa armadura, confeccionada a su medida en Milán. Su nombre es: Doctor Muerte...

-Con ese nombre será buen soldado...

-Además es también rey, mi señor. De Latveria, un país en medio de los Balcanes que se complace bajo su tiranía. 

-Bueno, si es rey comprendo mejor su apelativo, que es muy fácil denigrar a quien gobierna. A mí mismo, sin ir más lejos, hay quien se empeña en llamarme "Malo". Pero qué curioso, en cuanto les corto sus lenguas, dejan de hacerlo...

-¡Oh, que prodigio de sensibilidad y gracia sois, mi señor don Carlos!

-Basta de hacerme coba y seguid con vuestra lista. ¿Quién es este bergante, por ejemplo?

-Este es Peter Parker, mi señor, un leal súbdito del rey Eduardo, hasta que un día le picó una araña recién salida de la pila de agua bendita de la catedral de Chester, e imbuida por tanto de poderes casi divinos, los cuales transmitió con su picadura al infeliz Parker, huérfano de padres que vivía con sus tíos Ben y May, y estaba prendado de la bella Mary Jane, que no le hacía ningún caso...

-¿Pero qué novela de caballería me estáis contando, don Stan? ¡Yo necesito guerreros de verdad, y no neuróticos arácnidos!

-¡Entonces este otro os vendrá de perlas, mi señor! Se trata de un semidiós venido de Asgard, que maneja un martillo mágico y puede hacer que llueva y truene donde le plazca! Se llama Thor...

-Hablaré con mi Servicio Meteorológico para que le den un empleo en las Bardenas, me comentan que empiezan a estar muy secas. Si ese Thor puede hacer llover donde quiera, allí será muy bienvenido, aunque tampoco le veo utilidad guerrera alguna. Me parece que me estáis haciendo perder mi valioso tiempo...

-No, simplemente había dejado al mejor para el final. Se trata de un prodigioso alquimista llamado Bruce Banner, que buscando la piedra filosofal se vio bañado por unos rayos que lo transforman, cuando se enfada, en una criatura de piel verde y fuerza descomunal que no puede ser controlado por nadie. 

-Pues si no puede ser controlado por nadie, ¿para que lo quiero yo? ¿No será que vuestro príncipe Eduardo quiere librarse de todos esos vagos y ha pensado: ¡vamos a colárselos al rey de Navarra, que tiene cara de gilí! ¡Guardias, a mí, poned preso a Stan Lee!

-¡Una orden que rima! ¿Puedo utilizarla en el guión de mi próxima historia, Majestad?

-Haced lo que os plazca con ella. Vais a tener mucho tiempo para escribir siendo mi huésped en la oscura espelunca de Monreal. ¡Y no se os ocurra llamar a ese bretón endiablado que sé que lucha también para vosotros. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí: el Capitán Armórica! Si veo aparecer su escudo por aquí, vos pagaréis las consecuencias, os lo juro. Otra cosa sería que llamaseis en vuestra ayuda a esa heroína tan hermosa llamada Tormenta, que en el cine fue interpretada por una súbdita nuestra llamada Halle Etxe-Berry...

-A quienes voy a llamar para que me liberen es a los Cuatro Fanáticos, unos dominicos que van quemando herejes por todo el Languedoc. Os vais a enterar, don Carlos.

-Pues entonces llamaré yo al Jabato y al Guerrero del Antifaz para que me defiendan. Y ya si me tocáis mucho los perendengues, también a mi amigo el Capitán Trueno, y entonces sí que os daremos una paliza que no olvidaréis jamás los malditos sajones, por querer quedarse con el mercado de los tebeos en exclusiva. Aunque si mandáis a la Bruja Escarlata a parlamentar conmigo, quizás os perdone...


Y ESTO FUE ESCRITO PARA RECORDAR AL MÍTICO EDITOR DE TEBEOS DE LA MARVEL, STAN LEE, QUE FALLECIÓ AYER A LOS 95 AÑOS, Y AHORA MISMO DEBE ESTAR DEBATIENDO CON GALACTUS CUÁL ES LA MEJOR MANERA DE CONQUISTAR LA TIERRA. THANKS FOR ALL, MR. LEE.



© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2018