martes, 2 de octubre de 2018

IGUAL QUE LA RAÍZ DEL ARBÓL EN LA TIERRA


Palacio real de Trapani (Sicilia), asignado al rey Teobaldo II de Navarra,
de regreso de la Cruzada de Túnez, diciembre de 1270

-Está delirando, ya no se le entiende. Mirad que es desgracia que vaya a morir de la misma peste que su suegro el rey Luis de Francia.

-Sí que se le entiende: está recitando unos versos de su padre, el gran trovador Teobaldo I de Champaña. Lo que pasa es que no recuerda ya todas las estrofas...

-¿Pero qué decís, no tenéis ni idea de música: lo que masculla no lo escribió su padre, sino un trovador armenio que Teobaldo I trajo consigo desde Antioquia cuando volvió de Tierra Santa. Si nos ponemos muy cerca, podremos transcribir lo que está diciendo el rey:

Tenía yo sin ti
mi corazón dormido.
Pensaba que jamás
podría despertar.
Y al escuchar tu voz
corriendo desperté,
y ha vuelto a mí el amor,
más fuerte aún que ayer.

Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle, mi amor.

-¡Está llamando a la reina!

-¡Qué desgracia, el barco en el que viaja desde Marsella no llegará a tiempo para que ella pueda verlo vivo todavía!

-Además cuando arribe a puerto no lo tendrá fácil para llegar hasta este palacio, porque las calles de esta condenada ciudad de Trapani no pueden ser más intrincadas: una reina podría perderse en ellas con mucha facilidad...

Igual que la raíz del arból
en la tierra,
tú estás dentro de mí
fundida con mi piel.
Tan dentro estás, amor,
que cuando tú te vas,
se queda en mi tu voz,
gritando más y más:

Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle, mi amor.

-¿Ha dicho arból? ¿Será acaso el acento champañés? No sé... Casi no se le escucha ya:

Las horas junto a ti,
son rápidos segundos.
Un día sin tu amor
es una eternidad,
pues cuando tú no estás,
no queda nada en mí
y el alma se me va
detrás de ti.

Isabelle
ja ja
Isabelle
ja ja ja ja
Isabelle
No, oh!
Isabelle
Oh! Oh!
Isabelle
Isabelle, mi amor.

-¿Qué hacemos? ¿Avisamos al rey de Sicilia?

-¿A ese maldito perro que fue quien nos metió a todos en el infierno de las arenas de Túnez tan sólo por su propio interés político? ¡Ni pensarlo!

-Pues su corazón está a punto de dejar de latir, no sé cómo tiene fuerzas aún para hablar:

Tú vives en la luz
y yo en las tinieblas.
Tú mueres por vivir
y yo muero por ti.
Me basta con besar,
tu sombra nada más.
Me basta con saber,
que un día, me querrás.

Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle
Isabelle, mi amor.

-¡Ved cuánto quería a la reina, que ha muerto nombrándola!

-Desde luego la Cruzada de Túnez no puede saldarse con peores resultados: la muerte de Luis de Francia y de Teobaldo de Navarra. Con razón puede decirse que la Cristiandad ha bajado dos escalones...



-¿Y qué haremos ahora con el rey, lo enterramos aquí?

-¡Ni pensarlo! La reina Isabelle dio órdenes muy claras de que si sucedía lo peor, se hirviera su cuerpo para separar la carne de los huesos y que se introdujeran en barricas de miel para ser llevados a Champaña y a Navarra. Aquí sólo se quedarán sus vísceras, excepto el corazón, que será expuesto en Provins, una vez que ella también muera, pues mientras viva quiere tenerlo siempre a su lado...

Monumento donde se guardaba el corazón de Teobaldo II de Navarra,
en el convento de Les Cordeliers de Provins

ADDENDA:
Ayer murió Charles Aznavour, cuyas canciones tanto me gustan desde siempre. Y es curioso, pero la que menos me gustaba cuando era pequeño: "Isabelle", la que me parecía tan aburrida y que Charles no cantaba, sino que sólo recitaba; la que ponía mi hermana expresamente en el tocadiscos para que yo saliera de la habitación y la dejase tranquila, es ahora la que más me gusta, y la que hace que pronuncie yo todavía la palabra arból, con acento "champañés".

Merci beaucoup pour tout, Charles, mon ami.


© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2018