lunes, 30 de enero de 2012

REVIVAL


Castillo de Loches, Turena (Francia), principios de junio de 1194

El príncipe Sancho de Navarra está preparando su marcha del campamento que cerca el castillo. Ayer noche recibió la triste noticia de que su padre, el rey Sancho, conocido por todos como "el Sabio", falleció hace una semana en su palacio de Tudela. Siguiendo la costumbre concedió al mensajero que le trajo las insignias regias una bolsa repleta de monedas de plata.

Es ya el nuevo señor de Navarra, y ha de cumplir por eso mismo todos los tratados y acuerdos firmados anteriormente por su predecesor. Y dentro de ellos, los más importantes sin duda son los que le atan a Inglaterra y a su rey Ricardo, el esposo de su hermana Berenguela. Varias veces ya, incluso cuando aquél estaba preso en Austria, defendio los territorios ingleses de las asechanzas del rey Felipe de Francia. Y esta vez no iba a ser diferente. Pero lo cierto es que llegó a Loches como despreocupado príncipe, y ahora habrá de abandonar la imponente fortaleza convertido ya, al menos en apariencia, en prudente hombre de gobierno.


Y eso no termina de gustarle, porque no conoce otra vida que la de campaña, ni más razón que la que puede defender con la maza o con la espada en la mano. Y es ya sin duda el caballero más temido de su tiempo, pues a duras penas le alcanzan todos los demás el pecho, exceptuando precisamente a Ricardo, que de todas maneras no sería tampoco un enemigo serio si acaso hubieran de enfrentarse en combate real.

Y mientras recoge cuidadosamente toda la panoplia de sus armas, oye como golpetea la tibia lluvia primaveral sobre el techo de su tienda. Y ese es el único sonido que se escucha en derredor, pues están los navarros de luto por su difunto señor. Mas en la parte inglesa, como tantas otras veces, comienzan a escucharse esas canciones que a Sancho, después de muchos años de escucharlas, tanto le gustan. Así que baja el almófar de malla que cubre su cabeza y sale al exterior y mientras la escucha va siguiendo hasta su origen aquella maravillosa música, pues le parece que ésta ha de ser sin duda alguna la mejor tonada que ninguno de esos bardos sajones haya escrito jamás:

"Someone told me long ago
There's a calm before the storm,
I know; It's been comin' for some time.
When it's over, so they say,
It'll rain a sunny day,
I know; Shinin' down like water.

I want to know, have you ever seen the rain?
I want to know, have you ever seen the rain
Comin' down on a sunny day?

Yesterday, and days before,
Sun is cold and rain is hard,
I know; Been that way for all my time.
'Til forever, on it goes
Through the circle, fast and slow,
I know; It can't stop, I wonder.

Yeah!"


Y cuando llega ante quien acaba de cantar aquella dulce melodía, mucho le agradece en su propia lengua haber alegrado su apesadumbrado corazón con ella. Y John Fogerty se llama aquel soldado-cantante. Y el rey Sancho le promete muchos sanchetes de los nuevos que habrá de acuñar en su próxima coronación, si le sigue hasta Pamplona y pasa en su corte una temporada, interpretando todas esas hermosas baladas. Y John se muestra muy de acuerdo, si su señor Ricardo así se lo permite, a él y a sus otros tres compañeros, con los que al parecer forma una banda de juglares de lo más dispuesta, que al nombre de The Creedence responde.

Y puestos ya en marcha hacia Navarra, solicita el rey a su canciller don Ferrando Pérez de Funes que haga la traducción de aquel son que le tiene robado el alma. Y ha de hacerla por tanto el clérigo a prisa y corriendo y desde su puesto en una de las muy poco cómodas carretas de la intendencia regia, por eso cuando Sancho recibe el pergamino, ha de esforzarse para comprender aquella letra tan símilar en su rareza a la de los médicos y boticarios. Pero lo que lee es tan de su gusto como lo fue la música, así que mucho se regocija pensando en lo bueno que será que las fiestas tras su proclamación sean amenizadas por aquellos ingleses de talento tan cierto, y en lo hermoso que será escucharlos mientras choca alegremente con sus amigos las copas rebosantes de vino en aquel su palacio de la Navarrería...

"Alguien me dijo hace mucho tiempo
que la calma precede a la tormenta,
¡Lo sé! Lleva pasándome algún tiempo.
Cuando se acabe, eso dicen,
lloverá en un día soleado,
¡Lo sé! resplandeciendo como el agua.

Quiero saber si ¿has visto alguna vez la lluvia?
Quiero saber si ¿has visto alguna vez la lluvia
brillando en un día soleado?

Ayer y los días anteriores
el sol fue frío y la lluvia cayó fuerte,
¡Lo sé! Ha sido así durante toda mi vida.
Ha sido así por siempre.
Me pregunto si estos ciclos rápidos o lentos,
se detendrán alguna vez...
"

http://www.youtube.com/watch?v=Ou7P0QX25IY


© Mikel Zuza Viniegra, 2012