Resulta hasta cómico que empiece su diatriba afirmando que "no hay una sola forma de contar la historia. Inevitablemente la ideología del historiador condiciona su relato del pasado", porque a partir de ahí se dedica a repartir cera de una manera bastante poco elegante, ya que a mi modo de ver resulta evidente que lo hace sobre todo por ser Asirón el autor. Osease: que respira todavía por la herida de que el partido que representa haya sido desalojado de las instituciones que llevaba gobernando casi veinticinco años.
A Joseba Asirón lo tilda por ejemplo de "nacionalista sin escrúpulos que busca adoctrinar a jóvenes y niños". Y es que según él, otros nacionalistas vascos sí que los tienen y así lo demuestran con su "respeto por el rigor y su propia forma de pensar" ¿¿¿¿¿?????
Luego compara el libro con Roberto Alcazar y Pedrín o con la Enciclopedia Alvarez, y en un detalle de pésimo gusto añade: "no le va a la zaga y continúa en la senda inaugurada por la terrible "Historia de Navarra" en cómic publicada en 1980, y lamentablemente reeditada hace un año".
Y es que el autor de esa historia de Navarra que al señor Iriarte tan "terrible" le parece, fue Rafa Ramos, un excelente dibujante fallecido hace ya unos cuantos años, y que por lo tanto no puede defenderse de un ataque tan gratuito como el del señor parlamentario, al que se le podría recordar que precisamente esa obra de la que tanto abomina -y también "Amaya"- están prácticamente en todos los hogares de Navarra porque fueron editadas por la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, que andando el tiempo sería absorbida por la CAN, cuando las Cajas hacían algo más por Navarra que servir de abrevadero de fondos públicos a desahogados que habrían estado bastante mejor leyendo cómics (aunque fuesen "terribles") que cobrando dietas por reunirse tres veces en una mañana. Al menos nos hubiese salido mucho más barato a los ciudadanos. Y si no sabe de qué le hablo, puede preguntar a alguno -y alguna- de sus compañeros de bancada, que podrán ponerle al corriente. Lo que no podrá pedir es que la CAN publique otra vez un cómic de Historia de Navarra con una visión más próxima a la suya, señor Iriarte, más que nada porque la CAN ya no existe. Si no se había enterado, puede preguntarles también a esos compañeros de partido. Aunque ya le advierto que suelen responder que no saben nada, que ellos sólo pasaban por allí...
Continúa el texto extrayendo unas conclusiones un tanto delirantes del cómic de Asirón y Altzueta, como por ejemplo: "con todo, los peores entre los malos son los navarros que les apoyan. Su jefe y arquetipo es el Conde de Lerín. Un afiliado a UPN avant la lettre, para entendernos".
Sólo el señor Iriarte sabrá por qué se da -como afiliado que digo yo que será de UPN- por aludido hasta el punto de transmutarse en la figura histórica del Conde de Lerín, pero creo que vuelve a equivocarse, cometiendo paradójicamente el mismo error en el que siempre he creído que incurrían quienes acusaban a UPN de "neobeaumontés". Y es que a mi parecer tanto los agramonteses como los beaumonteses amaban a Navarra, sólo que la querían cada uno a través de sí mismos. No, de lo que se puede acusar sin duda ninguna a su partido, señor Iriarte, sobre todo en la última etapa, es de "neocisnerianismo". Esto es: acatar siempre doblando la cerviz las órdenes del poder central sin emitir la menor queja. Y eso se ha visto en la patética linea de ciego seguidismo a la infausta política de recortes impuesta por el PP de Mariano Rajoy. Plegarse sin la más mínima protesta a semejante orden de cosas es lo que les ha llevado a la situación actual: fuera del gobierno y de los principales ayuntamientos de Navarra.
Naturalmente cada generación tiene su cardenal Cisneros particular, e incluso éste se disfraza cada vez de una forma distinta, probablemente porque sabe que no le han de faltar nunca aquí palmeros que a cambio de unas migajas de poder aplicarán todo lo que desde la lejanía -y sin tener ni idea de nuestra realidad política o social- interpretan que es "lo mejor" para Navarra. Ahora el cardenal ha trocado su capa de seda roja por los trajes de marca de quienes amenazan con acabar con el "intolerable privilegio" que el Fuero supone. Y al parecer con ellos estaba dispuesto a pactar UPN para mantenerse en la poltrona. Ahí tiene su partido tema en abundancia para reflexionar: los supuestos guardianes del Fuero, mirando para otro lado cada vez que el Gobierno Central recurría una ley del Parlamento Foral, ese mismo en el que ahora usted se sienta, señor Iriarte. Puede preguntar también sobre el particular a sus compañeros de escaño. La autocrítica siempre es un ejercicio muy sano, y van a poder llevarla a cabo si así les place durante los próximos cuatro años...
Pero lo cierto es que yo no escribo esto para defender a Joseba Asirón y Martin Altzueta de lo que desde luego juzgo como un ataque totalmente desproporcionado, y evidentemente "ad hominem" contra el primero, sobre todo porque ellos dos -si así lo quieren- lo harán con mucha más gracia que yo. Aunque quizás el alcalde tenga ahora demasiadas responsabilidades para poder hacerlo, y el impresionante trabajo de Altzueta está a la vista de cualquiera que se asome a sus páginas sin llevar anteojeras, porque es sin duda uno de los mejores dibujantes navarros de la actualidad.
Y por si mi opinión sirve de algo a alguien: a mí sí me gustó "1512. Navarra: el sueño roto" cuando lo leí, y por supuesto me gustó también la Historia de Navarra editada en su momento por la CAN y reeditada el año pasado por Cenlit. Me recuerdo a mí siendo un chaval leyéndola con fruición, y no me parece que hacerlo me haya convertido en un sectario "sin escrúpulos que sólo piensa en adoctrinar jóvenes y niños". Por cierto: vaya retórica más lamentable, señor Iriarte, aunque también puede ser que sea usted partidario de aquel viejo dicho: "piensa el fraile que todos deben ser de su aire". Y si es así, yo desde luego no opino igual, ni que usted, ni que el fraile.
No, lo que me ha molestado especialmente es el párrafo con el que cierra su artículo de opinión: "A la historia abertzale le espanta el rigor. Lo importante es transmitir una visión maniquea del pasado y el presente. ¿Lo terrible de todo esto? Que esta joya de la historiografía se halla en todas las bibliotecas de Navarra."
En primer lugar, señor Iriarte, y como modesto profesional del gremio que soy, me congratulo de que presuma usted de hacer uso frecuente de las Bibliotecas Públicas de Navarra. Lo digo sobre todo porque de esa forma se convierte usted sin duda en una rara avis dentro de sus compañeros de bancada, alguno -y alguna- de los cuales tendría que emplear el GPS para poder llegar a la de su barrio o localidad, porque no se les ha visto dentro de una más que en la inaguración. Pero de manera habitual, con los dedos de una mano se podrían contar los parlamentarios que las utilizan, dándose el caso de que altísimos cargos -y cargas- ni siquiera han tenido tiempo todos estos años para sacarse el carné de bibliotecas. Habrá que entenderlos: si uno se reúne hasta tres veces en una mañana para no hacer nada y cobrar generosamente por ello, no debe tener tiempo para nada tan fútil como pisar una biblioteca.
Así que me alegro de que usted no sea uno de ellos, como admite sin pudor: "El nuevo alcalde de Pamplona, el Sr. Asirón, profesor hasta ahora en una ikastola, es autor de varios libros sobre historia vasca. Una curiosidad (malvada, lo confieso) me ha llevado a buscarlos en la biblioteca del barrio..."
Y ahí es a donde yo quería llegar. ¿De verdad puede molestar a un parlamentario electo, a un profesor universitario, que en las bibliotecas públicas de Navarra haya cualquier tipo de libro? Porque me cuesta creer que alguien en pleno siglo XXI mantenga semejante y cerril actitud...
Pues claro que en las Bibliotecas Públicas de Navarra hay libros del señor Asirón, y también del señor Del Burgo padre, y del señor Del Burgo hijo, y de José María Jimeno Jurío, y de Eloisa Rámirez, y de Arturo Campión, y de Raquel García Arancón, y de Alfredo Floristán, y de Juan Iturralde y Suit, y de Aitor Pescador, y de Mª Puy Huici, y de Alvaro Adot, y de J.J. Martinena, y de Luis Javier Fortún Pérez de Ciriza, y de Pello Monteano, y de José María Lacarra (cuya Historia Política del reino de Navarra, editada también por la CAN, qué casualidad, sigue pareciéndome la mejor de todas), y de tantos y tantas historiadores e historiadoras que -mejor o peor, eso queda a criterio exclusivo del lector- se han esforzado en aportar su granito de arena para dar a conocer nuestra historia.
Y es que ese es el papel fundamental de una Biblioteca, señor Iriarte: poner todo el conocimiento al servicio de los usuarios. Y digo TODO, no sólo el que quiera el bibliotecario o lo que es peor aún: el que quiera el político de turno. Y ahí sí que puede volver a preguntar a alguno de sus compañeros de partido, que podrán hablarle de casos concretos de intentos de censura (a veces nada encubierta) en las Bibliotecas Públicas de Navarra. Unas bibliotecas en las que repito que se asegura el acceso a obras de todas las ideologías, porque el lector no tiene exclusivamente una ideología concreta, por más que a algunos -y a alguna- les gustaría que así fuese.
Unas bibliotecas tan libres que por supuesto incluyen en sus catálogos libros suyos, señor Iriarte, como no podía ser de otro modo. Y puede estar bien tranquilo, que al menos si vienen a solicitármelos a mí, a nadie le diré que "me parece terrible que semejantes joyas de la historiografía se hallen en todas las Bibliotecas Públicas de Navarra". Al contrario, defenderé con uñas y dientes que estén a disposición de quien en ellos muestre interés.
Lo que sí le pediría es que, si acaso está resentido con los resultados electorales y quiere jugar a hacer de don Camilo foral contra su particular alcalde don Peppone, no la pague con las Bibliotecas Públicas de Navarra, que con bastantes problemas lidiamos ya por culpa más que nada de la política llevada a cabo por su partido todos estos años en los que molaba mucho más gastar decenas de millones de euros en circuitos y pabellones vacíos y sin sentido, que en evitar los recortes de personal y de presupuesto para la renovación de fondos a los que hemos sido sometidos sin que a usted o a otros como usted se les oyera decir entonces ni anjo. Así que ya que afortunadamente es usted asiduo, le ruego explique a sus compañeros y compañeras que ellos también pueden venir a conocernos, que no tengan miedo, que un libro sólo hace daño si tiene muchas páginas y te cae en el pie, puedo asegurárselo.
Y no se preocupe, que si como parece echa de menos tebeos de su infancia como Roberto Alcazar y Pedrín, también podrá encontrarlos en los catálogos de las Bibliotecas Públicas de Navarra (otra cosa será que alguno -y alguna- eche de menos todavía el "enfoque histórico" de la Enciclopedia Alvarez, claro está, pero ahí yo ya no me meto, que cada uno es muy libre de perjudicarse las meninges con lo que le plazca). Y es que trabajando de bibliotecario, siempre he tenido muy presente lo que hace ya tantos años dijo el Guerra: "Hay gente pa tó".
Si acepta el consejo de un bibliotecario, creo que ahora que es representante de todos los navarros, y no sólo de los que le han votado, le convendría incorporar ese sencillo pensamiento a su acervo político...
Enciclopedia Alvarez. Primer Grado. Año 1961 |
Enciclopedia Alvarez. Segundo Grado. Año 1965 |
© Mikel Zuza Viniegra, 2015