Pedroso, La Rioja, 7 de noviembre de 1498
-Señor don García Martínez de Lequeitio: se os contrató
para que tallaseis la portada de la iglesia. Os comprometisteis a terminarla en
cinco meses y va ya para un año que vivís entre nosotros, sin que vuestra obra
avance significativamente. ¿Habré de dar la razón a quienes entonces me pedían
que escogiese a don Lope de Navarrete? Y no farfulléis en vuestra lengua vascuence, que
aunque no os entienda sé por el tono que empleáis que no me estáis llamando
precisamente algo bueno…
-Señor párroco don Santiago: lo mismo que yo no me meto
en vuestras misas, no sois vos quien para afearme cuestiones artísticas de las
que nada entendéis.
-¿Que no soy quién? ¡Soy el que os paga vuestra generosa
soldada, y quiero hechos, no palabras! ¿Olvidáis que según cómo os
desempeñaseis en este trabajo me había ofrecido yo a recomendaros al capataz de
obras de la catedral de Calahorra, que ahora mismo se está construyendo? ¿Y qué
queréis que le diga? ¿Qué os pasáis el día no subido al andamio, sino de la
mano de una feligresa escandalizando con vuestra conducta a toda la población?
-¿A la población, decís? ¿No será más bien vos quien se
escandaliza? Pero no por lo que nosotros hagamos o dejemos de hacer, que además
no es asunto vuestro, sino porque la suciedad ya estaba dentro de vuestra desgreñada
cabeza.
-¡La próxima vez que os vea juntos en la carrera he de
soltaros a mi mastín para que os muerda!
-¡Milagro, milagro! Será la primera vez que veamos a un
dragón paseando atado a un perro...
-¿Os atrevéis a insultarme llamándome dragón?
-¡En este caso el insultado es claramente el dragón,
señor párroco!
-¡Basta! ¡O acabáis de una vez la portada, o haré que esa
desvergonzada, esa auténtica anfisbena, sea recluida inmediatamente y a
perpetuidad en el monasterio de Cañas!
-¿Anfisbena? ¿El monstruo de dos cabezas? ¿Ella? Habéis
debido perder sin duda el escaso juicio que teníais…
-¿Lo veis? ¡Os tiene hechizado con su forma de danzar!
-¿Y a quién no? Recuerdo la primera vez que la vi. Era la
romería y ella bailaba más ligera que un pájaro en el medio de la plaza. Y qué
guapa era… La más guapa de todas sin duda.
-Lo recuerdo bien. Y también cómo danzasteis entonces con
ella, y lo mucho que os reíais los dos, fomentando así las murmuraciones...
-Lo que me parece es que es a vos a quien os gustaría
bailar y reír con ella…
-¿Pero qué decís, insensato?
-Lo que os digo es
que terminaré la portada cuanto antes, sí. Pero sólo para poder librarme de vos
de una vez.
-No os conviene apostar por ello, don García…
Y ella bailaba y bailaba, y él tallaba y tallaba, hasta
que la puerta de la iglesia de San Salvador quedó terminada. Y se veían en ella
muchas de las cosas de las que habían hablado el cura y el maestro escultor.
Y gustó tanto cómo había quedado que subían de muchas
partes a verla. Desde Villavelayo, desde Ezcaray, desde Briones y desde más
lejos incluso. Y quedó también el abad de San Millán maravillado por el arte de
García, hasta el punto de proponerle que tallase la puerta del monasterio que
en Yuso estaban entonces construyendo.
Le ofreció mucho oro por ello, pero el maestro sólo le
pidió una cosa: que se llevase de fraile a don Santiago y no lo dejase salir de
su monasterio nunca más. A cambio él haría esa puerta completamente gratis.
Y esas fueron las dos únicas obras que labró en su vida,
que ningún estudioso podrá hallar ninguna otra por mucho que se empeñe, pues don
García Martínez de Lequeitio marchó a Pedroso y vivió allí desde entonces con
aquella que bailaba más ligera que un pájaro en medio de la plaza, durante la
romería.
E iban siempre de la mano por el camino del Patrocinio. Y el monte San Lorenzo, más allá de la peña de Tobía, se colocaba en los inviernos su mejor gorro de lana blanca para saludarles al pasar.
Y yo también la vi danzar, así que le debía esta historia desde
hace mucho, mucho tiempo…
Behin batean Pedroson, Una vez, en Pedroso,
erromeria zen durante la romería,
Hantxe ikusi nuen vi a una chica
Neskatxa bat plazan. en la plaza.
Txoria baino ere, Bailaba más ligera
Arinago dantzan. que un pájaro.
Huraxe bai polita, ¡Y qué guapa era!
Hain politik bazan! ¡La más guapa de
todas!
La canción original es de John Denver, y la
versión en euskera de Egan.
©Mikel Zuza Viniegra, 2014