martes, 24 de septiembre de 2013

EN LA MUERTE DE ALVARO MUTIS




Ayer murió Alvaro Mutis, que siempre decía que la última noticia que verdaderamente le había interesado era la caída de Constantinopla. Siempre exagerado, sí, pero que por eso mismo me resulta quizás tan cercano, y también porque en ese sorprendente juego de las afinidades electivas, Mutis no era nada ajeno a la historia medieval de Navarra y por tanto a alguna de las recurrentes obsesiones de estas Crónicas Irreales.

Y recordé entonces lo que cuenta Miguel Sanchez Ostiz, en su libro "Literatura, amigo Thompson" (pp. 51-52), de cuando estuvieron juntos en Pamplona, y hablaron sobre lecturas comunes y entusiasmos compartidos, y también "de antiguas monarquías de nombres prestigiosos -Evreux y Albret- y de sus leyendas, el Príncipe Negro, y sus andanzas y hazañas cantadas por Charles Le Herault -"sí, fue en marzo, no lo dudéis"-, de sus reyes y poetas. Alvaro Mutis puso unas flores al pie del mausoleo de Carlos III el Noble, y se despidió para ir en busca de aquel otro general de los ejércitos pontificios y navarros: César Borgia, caído en los campos de Viana".

Ahora que ya navega definitivamente al lado de Maqroll, me quedo precisamente con un fragmento de su libro más famoso:

"-¡A callar, hijas de puta!
¡Yo fui amigo del príncipe de Viana, 
respeten la más alta miseria, la corona de los insalvables!".

Maqroll el Gaviero. Editorial Siruela, año 1997, página 96.




© Mikel Zuza Viniegra, 2013